Fabián
Kovacic: “Eduardo Galeano fue en buena medida toda la
América Latina que circuló por Crisis”
Por
Mario Casasús
Ciudad
de México.- En entrevista digital desde Buenos Aires, Fabián Kovacic (1966),
autor del libro Galeano. Apuntes para una
biografía (2015), confiesa: “No pude
acceder a su casa, ni a él, ni a su familia. No me lo permitió el propio
Galeano. Le escuché decir que tenía una biblioteca en la que atesoraba libros
que iba trayendo de sus viajes, que le enviaban y le obsequiaban”. A pesar de
las dificultades, Kovacic logró reconstruir la biografía intelectual del
periodista, editor y narrador uruguayo, entre su genealogía literaria destacan
Onetti, Rulfo, Asturias y Carpentier, los cuatro precursores del boom publicaron en el semanario Marcha, y mantenían una correspondencia
con Galeano, según su biógrafo: “No tuve en mis manos ni leí completas esas
cartas, pero me consta que existen, claro. Recuerdo las anécdotas de Onetti
echado en su cama madrileña dialogando con Galeano”.
El
corresponsal del semanario Brecha y
catedrático de la Universidad de Buenos Aires comparte, con los lectores del Clarín de Chile, un anhelo y futuro
proyecto: “Me gustaría volver a escribir ese
libro con los nuevos testimonios que pude lograr una vez que Galeano falleció.
Yo estoy convencido que si hubiera leído mi libro, se hubiera sentado a charlar
conmigo. Quizá para corregirme, quizá para sorprenderse de algunas ideas sobre
él. Sé que con los nuevos datos escribiría un nuevo libro, pero no uno que
incorporara como rompecabezas los detalles faltantes. Sería un libro donde
hubiera procesado todos esos datos nuevos para dar un nuevo contexto a mi
trabajo y probablemente a su biografía”. Mientras tanto, la primera versión del
libro circula en Latinoamérica con el sello de Ediciones B.
MC.- Fabián, tu primera entrevista con Eduardo Galeano data de 1992,
¿cuándo decides comenzar a escribir estos apuntes biográficos?
FK.- En
realidad entrevisté a Galeano porque mi interés era la revista Crisis, que él fundó y dirigió en Buenos
Aires entre 1973 y 1976. No estaba en mis planes una biografía. Sucede que Crisis es tan hija de Galeano que es
imposible no vincularlos. Es como la impronta que él mismo dejó en las revistas
Marcha (1939-1974) y Brecha (1985- ). Y Galeano fue en buena
medida toda esa América Latina que circuló por Crisis entonces. La idea de la biografía surgió cuando fui
convocado por Rogelio García Lupo y Silvia Itkin de Ediciones B para escribirla. Me pareció un hermoso desafío porque sería
volver a recorrer con más profundidad los años de Crisis, además de los previos y los siguientes.
MC.- ¿Te sorprendió descubrir que el primer trabajo periodístico de
Galeano era dibujar en “El Sol”?, ¿qué tan importante fueron los dibujos para
el futuro narrador?
FK.- Sí,
me sorprendió descubrir su familiaridad para el dibujo. El mismo me confesó que
antes de la palabra fue el dibujo, en su vida. Era importante porque así se
expresaba antes de poder escribir con naturalidad. Los dibujos pergeñados en la
sede del Partido Socialista, sobre la calle Soriano en el centro de Montevideo,
nacían entre charlas de domingo con el joven Raúl Sendic y el viejo fundador
Emilio Frugoni, y antes que Galeano de apenas catorce años se fuera al cine con
Frugoni a ver las películas italianas en las que actuaba Sofía Loren.
MC.- ¿Qué representan el semanario “Marcha” en general y Carlos Quijano
en particular para la biografía de Galeano?
FK.- Marcha y Quijano son un buena parte del
Galeano que todos conocimos. Marcha
fue no solamente una revista de actualidad, sino una publicación que convocaba
a los jóvenes a mirar con otros ojos los cambios que se avecinaban en el mundo.
Esa idea del Tercerismo, ni con la Unión Soviética, ni con China, estuvo
siempre muy presente en las páginas de Marcha
entre las décadas de 1950 y 1970 por ejemplo. Quijano creía en esa dimensión
truncada, por ahora, del socialismo latinoamericano. Y esa impronta siempre
generó roces en la redacción de Marcha.
Pero en ese clima fue forjándose el Galeano periodista, editor y escritor.
MC.- Galeano debutó como secretario de redacción en “Marcha”, después
dirigió otras publicaciones, ¿qué aprendizajes aplicó para su futuro papel de
editor?, ¿cómo describirías su trabajo en “Crisis”?
FK.- Ernesto
González Bermejo y Jorge Benigno Rivera, dos de los escrupulosos periodistas
con los que trabajó Galeano en Marcha,
Crisis y luego en Brecha, me confesaron con precisión:
nunca vi a un tipo observar un tema y de entrada saber cómo había que tratarlo
periodísticamente; cuánto espacio otorgarle y cómo distribuir el texto entre
notas, recuadros, entrevistas y perfiles de los personajes que habitaban ese
tema. Con sólo ver el tema ya tenía en claro cómo convertirlo en texto
periodístico.
En ese sentido
hay que admitir que hijo de Marcha
fue el diario Época, también dirigido
por Galeano entre 1964 y 1967, aproximadamente. Era un diario que representaba
las voces de la izquierda uruguaya pero que incluía entrevistas con Jorge Luis
Borges, por ejemplo. Y era convertir la gimnasia semanal de Marcha, en un ejercicio diario con Época, bajo la misma matriz periodística
e ideológica. Eso le dio entrenamiento y contactos para trabajar. Además de
viajes. No olvidemos que con 23 años viajó a China y publicó el libro China 1964, una joya periodística a mi
criterio, porque busca fuentes sobre el terreno y no se casa con los chinos
revolucionarios simplemente porque sí. De modo que llegó a Crisis con dos libros monumentales: China 1964 y Las venas
abiertas de América Latina (1970), además de otros libros literarios y
periodísticos. Eso ya le dio una capacidad de manejo de temas y de redacciones,
infernal.
MC.- Censuraron a Galeano en la revista “Che” por apoyar una huelga
ferroviaria, y vivió el exilio por las amenazas contra “Crisis”, ¿padeció otros
gajes del oficio en Latinoamérica?
FK.- No
hay que olvidar que la entrevista con los guerrilleros guatemaltecos en 1966
casi le cuesta la vida cuando busca entrevistar al líder de los insurrectos en
la montaña, César Montes. Guatemala,
clave de Latinoamérica (1967) es el libro editado en diciembre de 1967
donde aparecen claras las peripecias que tuvo que sortear Galeano para llegar a
los guerrilleros.
Su viaje a
Venezuela en 1969 cuando casi pierde la vida a causa del mosquito del dengue
entre los mineros y la fiebre del oro. Lo rescatan de milagro y lo llevan a la
ciudad donde logran hidratarlo en el hospital y evitan su muerte.
MC.- Entre los países de Latinoamérica que conoció Galeano te enfocas en
Argentina y Cuba, ¿cuándo viajó por primera vez a México?
FK.- No
podría precisar el primer viaje de Galeano a México. Tampoco la cantidad de
viajes que hizo a México. Sé que se sentía a gusto allí y que apreciaba mucho a
Juan Rulfo. Sé la anécdota sobre
que los tres maestros que tuvo Galeano fueron: Juan Rulfo, Juan Rulfo y Juan
Rulfo. Mi hipótesis sigue apuntando a Juan
Carlos Onetti como su maestro literario y Carlos Quijano su maestro
periodístico. Sencillamente porque los conoció antes que a Rulfo y porque él
mismo insistió en la importancia de los encuentros con Onetti en la buhardilla
de Marcha, en la ciudad vieja de
Montevideo.
MC.- Carlos Quijano vivió exiliado en el Distrito Federal, en tu libro
leí que el poeta Carlos Pellicer publicó en “Marcha”, encontré muchas
referencias mexicanas en tus apuntes biográficos, ¿qué significó México para
Galeano?
FK.- México
era un lugar amable para Galeano tanto como para todos los hombres y mujeres de
su generación. Allí se respiraba cultura latinoamericana, ansias
revolucionarias por lo que ya había ocurrido en el territorio de Pancho Villa y
Emiliano Zapata; estaba cerca de los movimientos revolucionarios de
América Central y más cerca de Cuba. No en vano Carlos Quijano se fue a México
exiliado. Pero no puedo decir mucho más, con el debido fundamento.
MC.- En la página 156, afirmas que Onetti era el maestro literario de
Galeano y mencionas tres influencias para complementar la lista: Rulfo,
Asturias y Carpentier, ¿los tres publicaron en “Marcha”?, ¿conoces cartas de
los cuatro precursores del boom dirigidas a Galeano?
FK.- No
tuve en mis manos ni leí completas esas cartas, pero me consta que existen,
claro. Recuerdo las anécdotas de Onetti echado en su cama madrileña dialogando
con Galeano. Para Galeano, Asturias fue una suerte de iniciador del realismo
mágico latinoamericano, junto a Carpentier a quien admiraba por su profundo
conocimiento y entrañable conocimiento de la vida y la cultura del Caribe.
Ahora mismo se me hizo una laguna y no podría nombrarte una fecha y ejemplar
exacto en el que escribieran esos tres grandes. Onetti fue parte de Marcha en su primera etapa, y publicaba
bajo el seudónimo de Periquito el Aguador.
MC.- El editor Galeano publicó la última entrevista a Neruda en agosto de
1973, ¿conservas las fotocopias, o ejemplares originales, de “Marcha” y “Crisis”?
FK.- La
colección completa de Marcha está online y conservo la primera época
completa de Crisis con Neruda
incluido, sí.
MC.- ¿Sabes cuál era su mayor orgullo periodístico?, ¿cuál consideraba
su mejor libro?
FK.- No sé
cuál consideraba su mejor libro. Sé que Las
venas abiertas de América Latina, lo cansó como producto marketinero. Pero
no renegó de él. Nunca escuché que hablara de sus orgullos periodísticos. No lo
imagino tampoco mencionando uno u otro en particular.
MC.- Al escribir estos apuntes biográficos, ¿preparaste una cronología?,
necesito saber dónde estaba Galeano en mayo de 1978.
FK.- En
mayo de 1978 Galeano ya estaba exiliado en España en Calella de la Costa, a
pocos kilómetros de Barcelona. Eran los meses en que estaba a fondo escribiendo
y terminando sus Días y noches de amor y
de guerra (1978), una suerte de biografía de su paso por Argentina y los
años de su infancia uruguaya.
MC.- ¿Consultaste la biblioteca personal de Galeano?, ¿tenía su propia
hemeroteca?
FK.- No
pude acceder a su casa, ni a él, ni a su familia. No me lo permitió el propio
Galeano. Le escuché decir que tenía una biblioteca en la que atesoraba libros
que iba trayendo de sus viajes, que le enviaban y le obsequiaban. No podría
confirmarte si tenía hemeroteca.
MC.- Finalmente, acaba de salir el libro: “Eduardo Galeano, un ilegal en
el paraíso” (2017), ¿te gustaría reeditar tus apuntes biográficos con las
nuevas lecturas y los hallazgos?
FK.- Me
gustaría volver a escribir ese libro con los nuevos testimonios que pude lograr
una vez que Galeano falleció. Yo estoy convencido que si hubiera leído mi
libro, se hubiera sentado a charlar conmigo. Quizá para corregirme, quizá para
sorprenderse de algunas ideas sobre él. Sé que con los nuevos datos escribiría
un nuevo libro, pero no uno que incorporara como rompecabezas los detalles
faltantes. Sería un libro donde hubiera procesado todos esos datos nuevos para
dar un nuevo contexto a mi trabajo y probablemente a su biografía.