Eduardo
Sacheri: “La venganza es un ejercicio desmesurado de la violencia, prefiero
hablar de una revancha”
Por
Mario Casasús
Guadalajara.-
En entrevista con Clarín.cl Eduardo Sacheri (1967), presenta La noche de la Usina: “Me sentí más
cómodo con la palabra revancha que con la palabra venganza, es una
interpretación etimológica que bien podría estar equivocada de mi parte, me da
la sensación de que una venganza es un ejercicio desmesurado de la violencia,
tal vez necesario, no lo estoy juzgando moralmente, sólo trato de definirlo: en
la venganza lo central es infringir dolor al otro, el centro simbólico del
asunto es el otro y su eventual padecimiento de un dolor; mientras que en la
revancha, el centro simbólico es uno mismo que está intentando moverse a otro
lugar, digno, reparado y mejor sostenido. Yo siento que los protagonistas de La noche de la Usina están buscando eso,
porque no hay un descontrol en sus actos, no hay una desmesura”. Después del corralito argentino, los ahorradores de
O’Connor deciden asaltar -con dinamita- la caja fuerte del estafador local, en
la revancha participan los personajes de la novela Aráoz y la verdad (2008).
Autor
de los libros: Esperándolo a Tito
(2000), Te conozco, Mendizábal
(2001), Lo raro empezó después
(2004), La pregunta de sus ojos
(2005), Un viejo que se pone de pie
(2007), Aráoz y la verdad (2008), Papeles en el viento (2011), Los dueños del mundo (2012), La vida que pensamos (2013), Ser feliz era esto (2014) y La noche de la Usina (2016). Dos novelas
fueron adaptadas al cine –El secreto de
sus ojos y Papeles en el viento-,
en exclusiva, Eduardo Sacheri adelanta los planes para terminar la trilogía con
La noche de la Usina: “Hay
conversaciones con algunos productores, pero te confieso que es complicado
porque a mí me interesa estar involucrado con el guión, antes de firmar el
contrato quiero saber quién será el director. Me gusta que mis libros terminen
en el mundo del cine”.
MC.- Eduardo,
conversamos en julio de 2010, cuando te pregunté sobre el dilema ético de la
venganza de Benjamín Espósito, comentaste:
“Yo no tomo una postura ética o una decisión en La pregunta de sus ojos dejo abierta la opción al lector”. ¿Por qué
te interesó la revancha colectiva para resolver la trama de La noche de la Usina?
ES.-
Me sentí más cómodo con la palabra revancha que con la palabra venganza, es una
interpretación etimológica que bien podría estar equivocada de mi parte, me da
la sensación de que una venganza es un ejercicio desmesurado de la violencia, tal
vez necesario, no lo estoy juzgando moralmente, sólo trato de definirlo: en la
venganza lo central es infringir dolor al otro, el centro simbólico del asunto
es el otro y su eventual padecimiento de un dolor; mientras que en la revancha,
el centro simbólico es uno mismo que está intentando moverse a otro lugar,
digno, reparado y mejor sostenido. Yo siento que los protagonistas de La noche de la Usina están buscando eso,
porque no hay un descontrol en sus actos, no hay una desmesura, más allá de
cómo salgan y resulten sus actos, hay una idea de autocontrol, por eso prefiero
hablar de una revancha.
MC.- “La pregunta de sus
ojos” y “La noche de la Usina” comparten los misterios al cometer un delito y
la atmósfera policial; pero tu reciente novela se parece más a “Ser feliz era
esto”, por el ambiente provincial y las relaciones de padres e hijos, ¿venías
enganchado por la dinámica familiar de Ser feliz era esto?
ES.-
Reconozco un vínculo con La pregunta de
sus ojos en una cuestión estructural: construir un misterio, develar una
intriga y tener una cierta raíz policial, en aquel caso, Benjamín Espósito busca a un criminal; en este caso, el
planeamiento y ejecución de un robo; pero también es cierto que me preocupan
mucho los vínculos, digamos, a veces hay ciertos libros que leo y me interesan
por la trama que me cuentan, pero siento –a veces- que los personajes quedan
muy planos, sin relieve, exclusivamente al servicio de mover la trama: “ser
algo que le sirva a la trama”, me gusta encontrarle cierto relieve y las
personas van tomando relieve a partir de lo que dicen, a partir de cómo se
relacionan con los otros, entonces, prefiero intentar esa complejidad, saldrá o
no saldrá, por lo menos está la intención.
MC.- La otra constante
en tu narrativa es el fútbol, en “La noche de la Usina” incluyes con calzador a
un personaje futbolista…
ES.-
No, ¿sabes qué pasa?, te explico: hay otro libro mío que no está en México, se
llama “Aráoz y la verdad”, en esa novela que transcurre en O’Connor aparecen
algunos personajes y la condición de exfutbolista de Perlassi sí es
trascendente, entiendo que para quien no leyó “Aráoz y la verdad” parezca
metido con calzador, pero es un pequeño guiño a mis lectores de “Aráoz y la
verdad”, como la novela es anterior, está ambientada en 2006, sería una suerte
de precuela de La noche de la Usina,
me pareció importante –poniéndome en la piel del lector- si yo vuelvo a O’Connor
y no digo nada en relación a Perlassi, siento que le estoy fallando al lector
de “Aráoz y la verdad”, sólo por eso está la mención tangencial de su pasado
futbolista.
MC.- Lo que no es tangencial
es el contexto político…
ES.-
No, para nada.
MC.- A pesar de que un
personaje enaltece a Raúl Alfonsín, ¿en el fondo son críticas por beneficiar a
los milicos con la Ley de Obediencia y Punto Final?
ES.-
Yo no diría crítica, no me atrevería. ¿Por qué te digo esto?, no es una crítica
voluntaria, cada lector hace lo que quiere, en el personaje de Fontana, a mí me
interesó retratar la muy típica desorientación ideológica que solemos tener los
argentinos cuando hacemos adhesiones afectivas, a veces hasta contradictorias y
las sostenemos, y vamos a fondo con esas contradicciones. Las alusiones a la
presidencia de Alfonsín y al régimen de Menem –la crisis del corralito viene al final del menemismo-,
a mí no me gusta dictar cátedra, ni bajar un mensaje, prefiero que cada lector
se sienta interpelado como sea, si vos lo interpretás como una crítica está
bien, pero si otro lector ve un tributo a Alfonsín al mencionar su presidencia
me parece bien. El contexto de la crisis económica y social después del corralito a mí me alcanza con que cada
lector recuerde esa época –que los lectores que padecieron el corralito se recuerden en esa época-, y
para los lectores de otros países –pueden ser de México- que les haga eco con
alguna crisis propia, personal, de su país o ciudad, o de lo que sea, que se la
apropien y punto, con qué mensaje: ninguno.
MC.- No hay una alevosía
de tu parte al presentar el contexto político, aunque sí se ve la alevosía del
banquero que sabía que habría “corralito” y no les avisó a los ahorradores que pronto
llegaría la crisis…
ES.-
A mis personajes los puedo conocer, a los grandes personajes históricos yo no
los conozco, fui un simple ciudadano que vi el corralito por televisión, no me sentiría autorizado para andar
interpretando al presidente De la Rua, no porque me caiga bien o mal, está
fuera de mi alcance, está fuera de mi radar, sólo eso.
MC.- El protagonista de
“Ser feliz era esto” tenía algunos rasgos tuyos, y en “La noche de la Usina”
dos personajes se preocupan por el uso correcto del lenguaje, ¿cómo se traducen
tus obsesiones de escritor en los personajes?
ES.-
Suelo regar distintos rasgos míos en distintos personajes, en el mismo libro te
vas a encontrar cosas mías en distintos personajes y más en La noche de la Usina que tiene tantos
personajes. Es cierto que a mí me gusta reflexionar sobre el habla de la gente,
tal vez aquí –a Perlassi y Fontana- el lenguaje les suene de otro modo, tienen
otro tiempo, otro oído, tienen otra complejidad para prestar atención a los
juegos del lenguaje, es algo que a mí me interesa: reparar en los modos de
hablar, me pasa dentro de mi país al comparar localismos y generaciones que
hablan diferente, nuestro lenguaje también refleja nuestra historia, nuestras
distancias y desde que comencé a viajar por Latinoamérica también me llama la
atención –por supuesto no ser un experto-, es una curiosidad que estimula mi
imaginación.
MC.- Además de viajar
por Latinoamérica, el “Premio Alfaguara 2016” te permite aumentar la
visibilidad mediática que ya tenías por la adaptación al cine de “La pregunta
de sus ojos”…
ES.-
Tal vez la puede consolidar, puede ser como un nuevo envión. Depende de cada
país, El secreto de sus ojos, la
película y el Oscar fueron un envión
enorme, ahora, en algunos países ese envión sirvió para ir construyendo un
conocimiento interesante entre los lectores y yo, en países como Uruguay, Chile
y México, eso me sorprende porque Chile y Uruguay están cerca de Argentina,
pero México está en las antípodas latinoamericanas, sin embargo siento que nos
hemos ido conectando muy bien con México, independientemente del Premio Alfaguara. Ahora, es una gran
oportunidad, yo nunca había visitado Centroamérica, ahora estuve; en España
había estado poco, ahora estuve; lo mismo pasó con Colombia. Creo que es una
nueva gran opción que puede fructificar o no, eso dependerá de lo que sientan
los lectores con La noche de la Usina.
MC.- Quería preguntarte
si al tener mayor visibilidad podrías influir para que distribuyan en México la
película “Papeles en el viento”, y la novela “Aráoz y la verdad”, ¿después del “Premio
Alfaguara” tendrás voz y voto para la distribución de todos tus libros y en las
futuras películas basadas en tus novelas?
ES.-
Trato de no insistir en eso, te doy un ejemplo distinto: la tapa del libro,
cada portada, a mí me preguntan qué me parecen las propuestas gráficas, me dan
opciones, y tal vez la portada termina siendo distinta, entonces pienso: “esta
gente hace portadas de libros, voy a confiar más en su criterio que en el mío”;
lo mismo sucede con los mercados editoriales, como mucho yo podría decir: “me
gustaría que me volvieran a invitar a tal país, para volver a tener contacto
con los lectores y los periodistas de tal país”, pero trato de no ser
caprichoso en eso, si en tal país no funcionan todos mis libros, pues no
funcionan, entonces insistir a la editorial para que gaste dinero imprimiendo
ejemplares que no se venderán, pues perdonemos a esos árboles.
MC.- Cada vez que
conversamos confiesas que te gusta estar metido en los foros de filmación y en
los guiones de tus novelas, pero sin estar interviniendo…
ES.-
Me gusta estar ahí, en un rinconcito, en el margen; porque yo no sé de cine, a
duras penas sé hacer algunas cosas, no puedes ser experto en todo, por supuesto
que me involucro en la escritura del guión, discuto, debato, insisto, negocio,
claudico, todas esas cosas, pero al momento del rodaje el escritor tiene necesariamente
que irse a un margen, mi idea es: si es un margen respetuoso, una periferia que
puede realizar un aporte interesante, puede ser válido, que es mejor que la mera
desaparición del asunto, pero ahí está el asunto que sepa cuál es su lugar y no
genere ruido en el trabajo de los demás, uno puede estar en el costado, en una
parte del rodaje, juntarse con el director, hacerle un comentario, hacerle una
pregunta; por supuesto, eso requiere mucha flexibilidad de la contraparte,
porque si te encuentras con un director que dice: “nadie me puede hablar
durante el rodaje”.
MC.- En “La pregunta de
sus ojos” no requerías asesores porque tú habías trabajado en un juzgado de
Buenos Aires, pero en “La noche de la Usina”, ¿qué tipo de asesorías
necesitabas para conocer los detalles del robo y los oficios de los personajes?
ES.-
Fue una mezcla, para la geografía de la zona: si bien la tengo conocida, me
hice un viaje con mi automóvil en medio de la llanura inconmensurable de la
Pampa húmeda y me alojé el algún hotel despreciable (risas); para constatar que
tus impresiones previas estuvieran bien y no cometer un desatino de
ambientación. Otras cosas fueron búsquedas de google, para conocer el funcionamiento de una alarma le pregunté al
electricista que trabaja en mi casa; soy bastante artesanal, no es que tenga un
equipo de asesores, no los podría pagar, le pregunté a mis conocidos. Pero
ninguno de mis conocidos es experto en dinamita, por suerte, por lo tanto ahí
recurrí mucho a google.
MC.- Finalmente, cuando
hablamos en diciembre de 2014 comentaste: “Ser
feliz era esto no me suena a una adaptación cinematográfica”, ¿habrá
adaptación al cine de La noche de la Usina?
ES.-
Hay conversaciones con algunos productores, pero te confieso que es complicado
porque a mí me interesa estar involucrado, no me interesa simplemente vender
los derechos de la novela, me gusta estar involucrado con el guión, antes de
firmar el contrato quiero saber quién será el director y que el director
trabaje conmigo el guión, y que a mí me guste el director, entonces, cómo
decirte: son una serie de requisitos que no lo vuelven imposible, pero lo hacen
un proceso más lento y más difícil, ojalá que se pueda hacer, me gusta que mis
libros terminen en el mundo del cine, pero veremos.