Plinio Mendoza: “No le doy credibilidad a la sospecha del
asesinato de Neruda”
Por Mario Casasús*
Cuernavaca.- En entrevista digital desde España, el escritor
Plinio Apuleyo Mendoza (Colombia, 1932), descarta la teoría del asesinato de
Neruda: “Seguí estas noticias sin darle mayor credibilidad a la
sospecha de que Neruda había sido asesinado. Realmente estaba muy enfermo, me
lo decían sus amigos más cercanos, algunos de ellos viviendo en la
clandestinidad, de modo que se trataba de una muerte esperada. Supongo que también
para Matilde. Desde luego la dictadura recién instaurada era capaz de toda
clase de atrocidades y atropellos, entre ellos el saqueo de la casa del poeta
en la calle Márquez de la Plata. Recogí en el jardín cartas y fotos suyas
que habían sido sacadas de sus archivos”. Además comparte los temas que
conversó con su amigo Gabriel García Márquez: “Claro que hablé con Gabo
muchas veces sobre lo que viví en Chile, y muy especialmente sobre la muerte de
Neruda”.
En septiembre de 1973,
fue enviado a Chile por la revista venezolana Bohemia, para cubrir las noticias del golpe de Estado de Pinochet,
también había conseguido una entrevista con el poeta Pablo Neruda internado en
la Clínica Santa María. El reportaje de Plinio Apuleyo Mendoza, con fotografías
de Fina Torres, salió publicado en la revista española Triunfo: “La casa había sido
requisada y saqueada […] Cuando charlábamos en
voz baja junto al féretro, Matilde se dirigió a él [Enrique Bello]
para solicitarle que se hiciera cargo de los trámites con la funeraria. Buscaba
un auto. Yo le ofrecí mi taxi, que esperaba en la puerta. Así quedé también yo
comprometido en esas diligencias que abarcaron el resto del día. Mientras
avanzábamos hacia el centro de la ciudad por calles grises, llenas de frío, mi
amigo nos contaba a Fina y a mí cómo se había descartado la idea, propuesta por
algunos, de llevar el cadáver de Neruda a México. Matilde no estuvo de acuerdo
porque podría ser algo malinterpretado por el pueblo chileno…” (10/11/1973). Plinio Mendoza es el testigo clave en
el funeral de Neruda.
LJM.- Plinio, publicó:
“Aquel adiós a Neruda” (Triunfo 10/11/1973). ¿Qué significó recordar y
reescribir su reportaje para “El Tiempo” 40 años después?
PM.- Siempre guardé el primer texto que escribí
después de viajar a Chile y vivir con la familia de Neruda las primeras horas
después de su muerte. Nunca anoté en
una libreta lo visto a raíz del funeral de Neruda. Aún
recogiendo lo vivido entonces por mí, hay recuerdos de lo vivido entonces que
no se borran.
LJM.- ¿Qué pensó
al leer las noticias sobre el juicio para esclarecer la muerte de Neruda?,
¿siguió con atención la polémica de la exhumación y los resultados de los
análisis forenses?
PM.- Seguí estas noticias sin
darle mayor credibilidad a la sospecha de que Neruda había sido asesinado.
Realmente estaba muy enfermo, me lo decían sus amigos más cercanos, algunos de
ellos viviendo en la clandestinidad, de modo que se trataba de una muerte
esperada. Supongo que también para Matilde. Desde luego la dictadura recién
instaurada era capaz de toda clase de atrocidades y atropellos, entre ellos el
saqueo de la casa del poeta en la calle Márquez de la Plata. Recogí en el
jardín cartas y fotos suyas que habían sido sacadas de sus archivos.
LJM.- En 1973,
usted aportó un dato sumamente interesante: “se había descartado la idea, propuesta por algunos, de
llevar el cadáver de Neruda a México”. ¿Había miedo por el funeral, o querían
practicarle a Neruda una necropsia en México?
PM.- Seguramente se temía que no era posible,
dadas las circunstancias reinantes, de un funeral multitudinario. Pero lo hubo
para sorpresa mía. Fue algo muy emotivo y espontáneo. Me pareció algo tan
imposible que en la funeraria me limité a decir que bastaba un solo coche o
carruaje para las ofrendas florales que podían acompañar el ataúd.
LJM.- En “Aquel
adiós a Neruda” (1973), usted olvidó el nombre de Enrique Bello, ¿la memoria a veces nos juega malas pasadas?
PM.- Sí era
Enrique Bello, amigo mío, y me atormentaba haber olvidado su nombre. Son las
trampas del tiempo y de la edad.
LJM.- ¿Recuerda
que acompañó a Enrique Bello a la Clínica Santa María y a la casa del médico de
Neruda antes de ir a la funeraria?
PM.- A Enrique
lo acompañé aquel día a todas partes. Íbamos en un taxi, el mismo que yo había
alquilado en Arica y que lo guardé durante todo el tiempo que estuve en Chile.
LJM.- ¿Comentó con
Enrique Bello alguna sospecha del “asesinato” de Neruda en la víspera del viaje
programado a México?
PM.- No, nunca compartí con Enrique la sospecha
de que Neruda hubiese sido asesinado. Atendimos lo que nos dijo el médico.
LJM.- “El
Mercurio” publicó: “Posteriormente a consecuencia de un shock sufrido luego de habérsele
puesto una inyección su gravedad se acentuó” (24/09/1973). ¿Consultó
la prensa chilena de la época?
PM.- No
consulté la prensa sobre ese tema. Probablemente la salud de Neruda era tan
frágil que la inyección que usted menciona pudo tener tal efecto.
LJM.- Las fotografías
de Fina Torres muestran el cadáver de Neruda con su peso habitual (100 kilos),
las imágenes contradicen la causa de muerte: “Caquexia cancerosa”, ahora
sabemos que el poeta tomaba “cortisona”. ¿Habló por teléfono con Fina sobre la
exhumación de Neruda?
PM.- Sí, es
posible que la cortisona fuese la explicación de los 100 kilos de peso de
Neruda. A Fina Torres hace mucho que no la veo, pero nos escribimos por correo
electrónico, y seguramente la enteré de mi nuevo escrito publicado en el
periódico El Tiempo sobre Aquel adiós a Neruda que tanto nos
conmovió.
LJM.- El diplomático Pascual Martínez me dijo: “Había una fuerte escasez de medicamentos” (Clarín
12/02/2014). ¿Piensa que la enfermedad de Neruda se agravó por la falta de
medicamentos?
PM.- Sí, no sería extraño que
hubiese escasez de medicamentos.
LJM.- Conoció a
Neruda en casa de García Márquez, la idea en 1973 era entrevistar al poeta
hospitalizado. ¿Qué le hubiera preguntado a Neruda en septiembre de 1973?
PM.- Recuerdo que hablamos en
casa de Gabo, como llamábamos a García Márquez sus amigos.
Naturalmente que mi propósito, al buscar un encuentro con Neruda en la Clínica
Santa María, era preguntarle sobre lo que estaba sucediendo en Chile en los
primeros días de la dictadura de Pinochet.
LJM.-
Finalmente, ¿Gabriel García Márquez le preguntó sobre el funeral de su amigo
Pablo Neruda?
PM.- Claro
que hablé con Gabo muchas veces sobre
lo que viví en Chile, y muy especialmente sobre la muerte de Neruda. Por
cierto, las fotos y cartas del poeta que recogí en su residencia recién
saqueada, se las devolví meses después a Matilde Urrutia en la casa de Miguel
Otero Silva en Caracas.