Carlos Barreto: “Morelos representa la boca de la Tierra
Caliente y el inicio del sur”
Por Mario Casasús
En entrevista telefónica, Carlos Barreto Zamudio, doctor en
Historia, invita a los lectores de la Cartelera
Cultural al Primer Congreso Nacional
de Estudios Regionales y Locales en el Sur de México: “Serán cuatro sedes, el
Centro Cultural Jardín Borda, el Museo de la Ciudad de Cuernavaca, el Museo de
Arte Indígena Contemporáneo de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos
(UAEM) y el Museo Regional Cuauhnáhuac. El Congreso nació por iniciativa del
cuerpo académico de la UAEM, la línea que hemos venido desarrollando está en el
estudio de las regiones históricas, nos hemos preguntado el significado del
sur, Morelos representa la boca de la Tierra Caliente y el inicio del sur. La
expectativa que tenemos es que se reúnan trabajos de diferentes áreas y que
podamos reflexionar en conjunto la historia regional hoy en día, y la
importancia de lo regional frente al avasallador impacto de la globalización”.
El Congreso Nacional de Estudios
Regionales se realizará del 30 de septiembre al 2 de octubre, la inscripción no
tendrá costo y se entregarán reconocimientos a los participantes con el 80% de
asistencia.
Autor de los libros: Rebeldes
y bandoleros en el Morelos del siglo XIX, y Bandidaje en el oriente del Estado de Morelos
1855-1910,
Carlos Barreto Zamudio coordinó la antología: La Revolución por escrito (2013) y reeditó el libro de Lamberto
Popoca: Historia del vandalismo en el
Estado de Morelos (2014), ahora propone reeditar la trilogía: “Es necesario
hacer un estudio sobre Los plateados de
tierra caliente (1891) y Pedro Robles, no conozco muchos datos biográficos,
pero destacaría que fue papá de Serafín Robles, uno de los secretarios de
Emiliano Zapata. Voy más allá: el gobierno de Morelos debería publicar de forma
simultánea la trilogía: Los plateados de
tierra caliente, Historia del vandalismo
en el Estado de Morelos y El Zarco”.
–Carlos, tu
padre estudió antropología, desde hace 20 años dirige el Museo Casa de Morelos,
es un especialista en la revolución zapatista, los corridos y ferrocarriles.
¿Fue determinante en tu vocación por la historia?
–Sí, la influencia de mi papá y del entorno familiar fue
definitiva, mi mamá es profesora de preescolar y mi papá se ha dedicado a
trabajar temas de historia y antropología, es un enamorado de Cuautla. Influyó
en mí, crecí entre libros y discusiones con sus colegas, conocí a los
antropólogos que son clásicos en Morelos y México, a un nivel personal, porque
eran amigos de mi papá. No quería ser una repetición de mi papá, primero
estudié economía en la UNAM, pero la querencia llama y estudié historia en la
Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
–Presentaste la
tesis de maestría: “Bandidaje en el oriente del Estado de Morelos 1855-1910” (2006), y
recibiste el doctorado con la investigación: “Rebeldes y bandoleros en el Morelos del siglo
XIX” (2011). ¿Cuándo te
interesó el estudio social del bandolerismo?, ¿recuerdas tu
primera lectura sobre los plateados?
–Mi primer
acercamiento con la lectura de los plateados,
y el bandolerismo en la región de Morelos, no es diferente a la de otro joven
estudiante de Cuautla, son lecturas generales –y particularmente El Zarco de Ignacio Manuel Altamirano–, en mi época era una lectura obligada, pero no
generó una fascinación especial, hasta que entré al estudio social de los
movimientos populares en Morelos retomé la lectura de los plateados sin un viso literario, sino como una fuente para el
estudio de la historia de Morelos bajo un esquema: en México y Morelos hay una
tendencia a la centralización de ciertos temas; en Morelos nos enfocamos a tres
grandes temas: el Sitio de Cuautla, el zapatismo y secundariamente está el tema
de las haciendas, creo que había una suerte de ensimismamiento con el zapatismo
–pareciera ser que no había antecedentes del siglo XIX–, cuando estudiamos la Independencia y la
Revolución nos saltamos el siglo XIX, estoy convencido que los plateados son –de alguna manera– un grupo de extracción popular que representan la
resistencia ante las fuerzas de intervención del exterior y de los grupos
oligárquicos de México.
–Reeditaste el
libro de Lamberto Popoca: “Historia del vandalismo en el Estado de Morelos. ¡Ayer
como ahora! ¡1860! Plateados. ¡1911! Zapatistas”. Escribiste un prólogo y
localizaste a los descendientes de Lamberto Popoca. ¿Por qué era necesario
presentar el contexto del libro?, ¿todavía puede despertar prejuicios por su
perfil antizapatista?
–La importancia de la obra radica en que retoma dos procesos
sociales, no tan distantes en el tiempo, y fundamentales en Morelos: las
guerras civiles del siglo XIX y el zapatismo, el libro de Lamberto Popoca
tiende una especie de puente entre el Morelos aislado del siglo XIX y el Estado
de Morelos a principios del siglo XX, pocas obras registran un comparativo
entre una expresión social viva del siglo XIX y otra del siglo XX. Cuando
Lamberto Popoca escribió su libro reivindicó a los plateados, no los ve como la
gente de su tiempo, los utiliza para desprestigiar a los zapatistas, lo hace en
10 páginas, la diatriba no es el núcleo de su libro, tiene el tino de ponerlos
en el título, lo que despierta cierto prejuicio y minusvaloración del contenido
de la obra a partir de su decidido tono antizapatista. Era importante analizar
el libro desde la trayectoria de su autor: ¿quién era Lamberto Popoca, y de
dónde salió?, no era un advenedizo, pertenecía a una estirpe de gente
importante de la región desde hace mucho tiempo, el profesor Popoca escribió su
opinión sobre el zapatismo en 1911 y realizó una investigación sobre el
surgimiento de los plateados en 1860.
–Descifraste el
misterio del autor de “Los plateados de tierra caliente” (1891), gracias a una
edición original autografiada por Pedro Robles, sé que digitalizaste el libro.
¿Piensas reeditar en un formato facsimilar y con un ensayo preliminar la novela
histórica “Los plateados de tierra caliente”?
–El gobierno de Morelos –no importa el color ni sus siglas–
tiene una deuda enorme con Pedro Robles, porque a diferencia de El Zarco, que cuenta con un par de
ediciones publicadas por el gobierno de Morelos, y la reedición del libro de
Lamberto Popoca, la deuda pendiente está con Pedro Robles, justamente no encontramos
otra edición desde 1891, hace años salieron las ediciones de La Matraca y Planeta, pero están descatalogadas en la actualidad, tampoco se
conservan ejemplares del libro de Pedro Robles en las bibliotecas de Morelos.
No está a discusión la importancia de Los
plateados de tierra caliente (1891), cualquier institución del Estado de
Morelos debe saldar la deuda, es una obra fundamental para nuestra región. En
cuanto a la viabilidad para que se publique, tenemos que tomar en cuenta que
las autoridades no piensan en términos de la importancia del libro, sino en
términos presupuestales. Es necesario hacer un estudio sobre Los plateados de tierra caliente (1891)
y Pedro Robles, no conozco muchos datos biográficos, pero destacaría que fue
papá de Serafín Robles, uno de los secretarios de Emiliano Zapata. Voy más
allá: el gobierno de Morelos debería publicar de forma simultánea la trilogía: Los plateados de tierra caliente, Historia del vandalismo en el Estado de
Morelos y El Zarco.
–Tu padre era amigo
del historiador Jesús Sotelo Inclán, compartieron datos, fuentes y lecturas en
torno a Ignacio M. Altamirano y Emiliano Zapata. Tú perteneces a la siguiente
generación, ¿recuerdas las visitas de Sotelo Inclán a Cuautla?, ¿estudiaste los
ensayos de Sotelo Inclán sobre Altamirano?
–No tengo muchos recuerdos sobre Sotelo Inclán, sé que eran
amigos y que compartieron información cuando mi papá trabajaba en el programa
de historia oral del zapatismo, sé que intercambiaban datos biográficos sobre
Ignacio Manuel Altamirano, sé que mi papá lamentó la muerte del profesor Sotelo
Inclán. Ahora que preguntas sobre Altamirano, el trabajo que vengo
desarrollando no es “altamiranista”, o “roblista”, en general trato de ver en
los plateados un fenómeno social, si
nos atuviéramos a la definición de Hobsbawm, los plateados serían un fenómeno social
prerrevolucionario y precapitalista, en la novela de Altamirano se percibe el
sentido vivo de las comunidades que describe, también rescataría “el ser
militar” en un ejército que no es tal, no es un ejército desarrollado, son
movimientos sociales esencialmente regionales. Veo la historia del Zarco vinculando la novela con otras
dos lecturas: el epistolario de Altamirano, para entender la lógica militar
rebelde de la región en el siglo XIX, y La
Navidad en las montañas, donde el escritor guerrerense nos muestra “el ser
militar” en el siglo XIX.
-Coordinaste la
antología “La Revolución por escrito” (2013), organizaste una exposición
fotográfica con el archivo de Mario Martínez Sánchez, colaboraste en la
antología de Francisco Pineda y Edgar Castro Zapata: “A cien años del Plan de
Ayala” (2013) y en un volumen coordinado por Horacio Crespo: “Historia de Morelos”
(2010). ¿Cómo surgió La Revolución por escrito?, ¿cómo decides involucrarte
en un proyecto colectivo?
–La Revolución por
escrito (2013) es un libro que responde a un hueco institucional, por parte
del gobierno de Morelos se dijo que harían varias cosas para conmemorar el
Centenario del Plan de Ayala, en realidad no se hizo mucho. A partir del libro
que coordinaron Paco Pineda y Edgar Zapata, yo quería reflexionar más allá del
documento, para estudiar la historia rebelde de Morelos durante un siglo,
llegué a la conclusión de que el Plan de Ayala no es un documento excepcional
sino que corresponde a una tradición de hacer planes políticos y militares en
el Estado de Morelos, esta tradición no viene del zapatismo sino de mucho
tiempo atrás, prácticamente desde la Independencia, estos documentos llamaron
mi atención porque aparecieron con regularidad en el contexto de las luchas
populares de Morelos. Respondiendo a tu pregunta: ¿con quién decido trabajar?,
con quien sabes que conoce cercanamente los temas que atañen a los diferentes
planes que surgieron durante un siglo; al final de cuentas, las investigaciones
de un historiador requieren un trabajo colectivo y mucho compañerismo, tengo la
fortuna de contar con colegas de primera línea para darle forma a nuestros
proyectos.
–La UAEM convoca
al Primer Congreso Nacional de Estudios Regionales y Locales en el Sur de
México, ¿cuáles son tus expectativas?, ¿a quién está dirigido?, ¿dónde estarán
las sedes?
–Serán cuatro sedes: el Centro Cultural Jardín Borda, el
Museo de la Ciudad de Cuernavaca, el Museo de Arte Indígena Contemporáneo de la
UAEM y el Museo Regional Cuauhnáhuac. El Congreso nació por iniciativa del
cuerpo académico de la UAEM, la línea que hemos venido desarrollando está en el
estudio de las regiones históricas, nos hemos preguntado el significado del
sur, Morelos representa la boca de la Tierra Caliente y el inicio del sur. La
expectativa que tenemos es que se reúnan trabajos de diferentes áreas y que
podamos reflexionar en conjunto la historia regional hoy en día, y la
importancia de lo regional frente al avasallador impacto de la globalización,
para reflexionar el significado del “ser suriano” en Morelos.
–¿Registrarán
los trabajos y las ponencias del Congreso Nacional de Estudios Regionales?,
¿publicarán las memorias, o habrá transmisión por Internet?, ¿cómo piensan
abrir el debate?
–Tenemos diferentes estrategias, el Congreso está abierto a
todas las voces, no necesariamente estamos esperando a académicos de tiempo
completo, no queremos un diálogo entre nosotros mismos, esperamos propuestas de
los cronistas, escritores y ciudadanos de diferentes formaciones. Pensamos
reunir una Memoria del Congreso para subirla a Internet, así tendrá un mayor
impacto, también contemplamos la posibilidad de hacer una transmisión en vivo
por Internet, todavía tenemos que pensar los esquemas. La inscripción de los
ponentes no tendrá costo y el acceso del público será gratuito, la idea es que
la gente asista, escuche, participe y opine sobre el significado del sur y que
juntos reflexionemos con la historia a contraflujo de la globalización.
–¿Cómo
entablarán un diálogo entre el 1er Congreso de Estudios Regionales con otras
iniciativas universitarias de México?
–La idea es ir tejiendo redes y armar posibilidades, para
ampliar las lógicas de trabajo, tenemos la intención de invitar a las
universidades aledañas a Morelos –en Puebla, Estado de México, Guerrero y el
Distrito Federal–, para que nuestro Congreso represente un primer impulso de
acercamiento. Partimos de un tema “taquillero”: los movimientos sociales y la
Insurgencia en el sur, abordaremos las dos temáticas surianas bajo diversos
ámbitos y expresiones.
–Finalmente, ¿cómo describirías el papel de la UAEM ante la
formación de los jóvenes historiadores?
–Tenemos
un cuadro de profesores de primera línea en la UAEM, estamos muy comprometidos
en la formación de los nuevos historiadores, me parece que hay un gusto muy
particular por la historia en Morelos –por lo que representa en la
Independencia y la Revolución–, la UAEM tiene una visión que rescata la formación
humanística, que no pone en duda el valor del conocimiento histórico frente a
las fórmulas y modas del exterior, en ese sentido soy optimista, entiendo que
no todos los estudiantes de la carrera de historia investigarán temas relativos
al Estado de Morelos –no es un compromiso–, me parece que tenemos una generación de jóvenes
historiadores recién egresados que nos entusiasman y nos hacen sentir
optimistas sobre el futuro de la historia acerca del Estado de Morelos.