“Los Pinos repartieron 200 millones de pesos de la publicidad oficial a
los medios afines”
Por
Mario Casasús/La Jornada Morelos
México
DF.- En entrevista con La Jornada
Morelos, Wilbert Torre (1968) presenta un nuevo libro: “Intenté reconstruir
los episodios desconocidos del despido de Carmen Aristegui, y dediqué mi
investigación a responder una pregunta de fondo: ¿cómo transcurre la relación
de Peña Nieto con los medios de comunicación?”. Al trasladar el debate a provincia,
en opinión de Wilbert Torre: “En los estados se repiten los mismos hábitos
perniciosos en torno a la publicidad oficial, es decir: todos los gobernadores
ven en la publicidad oficial un enorme instrumento de recursos para inducir la
narrativa oficial en los medios de comunicación, para incluir fotografías, para
censurar reportajes que no convienen a los intereses gubernamentales, esto
explica que los mensajes del presidente o de los gobernadores aparecen
mágicamente con las mismas palabras en los titulares de los medios de
comunicación, como si hubiera telepatía periodística”. El Despido (Planeta, 2015) está a la venta en todas las librerías
de México desde la primera semana de junio.
LJM.- Wilbert, dos
entrevistas publicadas por “Gatopardo” terminaron en dos libros –escritos por
Laura Castellanos y Emiliano Ruiz Parra-, pero en “El Despido” sólo citas algunos
párrafos de tu conversación con Aristegui, ¿por qué la entrevista fue un
detonador de tu nuevo libro, pero no la incorporaste de forma completa?
WT.-
Retomé varios fragmentos de mi entrevista a Carmen Aristegui porque siempre he
tenido un interés particular en los perfiles, la construcción de un perfil te
permite descubrir rasgos de la personalidad, hábitos y manías, que usualmente
están escondidos y que son piezas fundamentales para entender la vida de una
persona y comprender lo que hace. En el caso del reportaje de “Gatopardo” era
importante conocer más a fondo la dinámica, la mística y la metodología de
trabajo de Carmen Aristegui, para poder hablar sobre la artesanía de su
periodismo radiofónico, para ella es importante investigar algunas cosas que en
el país no se investigan. Quería presentar cómo comenzó Aristegui en el oficio
periodístico y cómo fue evolucionando en su carrera; por eso me interesaba la
entrevista, no como una pieza declarativa, sino como un puente que me
permitiera una amplia inmersión en el personaje, para dar a conocer al lector:
¿quién es Carmen Aristegui detrás de los micrófonos?
No
inserté la entrevista completa porque no lo creí necesario, retomé ciertas
frases de Aristegui que le iban bien al libro, los fragmentos que contribuían a
construir la narrativa que yo quería, en dos vías –de forma bilateral-, intenté
reconstruir los episodios desconocidos del despido de Carmen Aristegui, y
dediqué mi investigación a responder una pregunta de fondo: ¿cómo transcurre la
relación de Peña Nieto con los medios de comunicación? Tomé ciertas partes de
la entrevista con Aristegui, por ejemplo, cuando ella señala los mares de
dinero que conforman la publicidad oficial no regulada del gobierno, este punto
sigue siendo un elemento distorsionador de la democracia y de la libertad de
prensa en México, los 200 millones de pesos anuales divididos en el cuarto
oscuro de Los Pinos determinan qué medios reciben esta publicidad, usualmente
son los medios afines al gobierno.
LJM.- “Gatopardo”
reimprimió tu exclusiva con Aristegui porque se agotó el tiraje después del
despido de MVS, tú dices que se trató de “un golpe de suerte”, pero tu libro
demuestra lo contrario, es resultado de años trabajando en la prensa; llamó mi
atención un detalle: Daniel Lizárraga fue tu compañero en “Reforma”, ¿fue fácil
redactar una historia que era familiar para ti?
WT.-
Me interesa llegar a una dimensión profunda del personaje que estoy perfilando,
a veces puedes conocer al personaje como realmente es, al ganarte su confianza
y hacerle preguntas que en otro tipo de circunstancias no podrías. En el caso
de Aristegui no era posible porque no había tiempo, yo quería que el libro
saliera antes de la elección del 7 de junio, para detenernos a reflexionar
sobre un punto tan complejo como la relación: prensa y Estado. El proceso de
escritura fue radicalmente distinto a otros libros que he publicado, aquí se
trataba de tomar como venía una “bola rápida”, el trabajo de reportaje duró 37
días, conversé con todos los personajes que aparecen en mi libro, y con otros
que pidieron el anonimato, fue determinante que ya venía conversando con el
equipo de Aristegui, cuando ocurrió el despido estaba en contacto con la Unidad
de Investigación del programa de Aristegui, antes del despido ya tenía en la
cabeza escribir un libro. La escritura fue vertiginosa, a diario, por las
mañanas o por las tardes agendaba las citas con los personajes que me
interesaba entrevistar, y por las noches me dedicaba a escribir al libro.
LJM.- Sin ser una
biografía de Aristegui, presentas varios apuntes para entender al personaje,
¿qué representa el Código de ética impulsado por Javier Solórzano y Carmen Aristegui?
WT.-
Si escuchas hablar a Carmen Aristegui sobre el Código de ética que le otorgaba independencia
y libertad editorial en MVS, los radioescuchas deben saber que Aristegui y
Javier Solórzano comenzaron a discutir a profundidad la construcción de un
Código de ética hace 20 años, justo cuando fueron despedidos de Imevisión (canal 13), era importante
arrojar luz para que el público comprenda que la independencia de un periodista
sí es posible trabajando para una empresa privada, contando con la voluntad de
los concesionarios para comprometerse con un periodista crítico, pero en el
caso del Estado depende de su voluntad para respetar la libertad de expresión.
Quería presentar el recorrido de Aristegui desde hace 20 años, en un país con
vestigios de autoritarismo, de censura y autocensura, cómo fue posible la
construcción de un “blindaje” para su trabajo periodístico.
LJM.- ¿Conoces otras
experiencias de un Código de ética firmado entre el periodista y el dueño del
medio de comunicación?
WT.-Uno
puede pensar que en el México contemporáneo es prácticamente imposible
otorgarle libertad editorial a un periodista mediante un documento suscrito por
las dos partes; pero esto sí es posible, Javier Solórzano y Carmen Aristegui firmaron
un Código de ética con MVS y Grupo Imagen, siguieron el modelo de códigos de
algunos países de Europa, el Código de ética es el mismo que firmaron con
Televisa para transmitir el programa “Círculo rojo”, Emilio Azcárraga aceptó el
Código de ética para garantizar la libertad editorial, después Carmen partió a
W Radio hasta que la despidieron, finalmente regresó a MVS y renovaron la firma
del Código de ética, los concesionarios han incumplido con el contrato, pero
durante 6 años Aristegui ejerció un periodismo independiente y crítico en MVS
amparada en el Código de ética.
LJM.- Tu libro describe
los detalles detrás de la noticia, a veces no trasciende el nombre del autor de
los reportajes, pero tú muestras las historias de sudor y lágrimas que hay en cada
exclusiva, pienso en “La Casa Blanca” y en las ejecuciones extrajudiciales de
Apatzingán, ¿está subvalorado el papel del periodismo de investigación y el
respeto a la autoría de cada reportaje?
WT.-
En México el periodismo de investigación está muy limitado porque a los
propietarios de los medios no les interesa, ya sea porque tienen demasiados
intereses alrededor, o les parece más fácil llenar a un medio de declaraciones.
Un reportero tiene que entregar 5 o 6 notas al día, evidentemente no tiene
tiempo suficiente para hacer una publicación, es humanamente imposible, me
parece importante explicarle a los lectores que en otros países el periodismo
de investigación forma parte indivisible de las redacciones, hay equipos para
investigar; pero en México prácticamente no existe, se reduce a las
filtraciones, los documentos que salen de una parte interesada para perjudicar
a otra parte en conflicto, estamos hablando de una falta de compromiso de los
propietarios y directivos de los medios para hacer buen periodismo –no
superficial-, que aporte algo a los lectores, la sociedad exige a los medios
que sean más transparentes y democráticos, no un coro fácil de adulación para
el gobierno.
LJM.- En “El Despido” leí
un equilibrio de voces, ¿por qué entrevistaste a Lorenzo Meyer, Raúl Trejo y
Rogelio Hernández?, ¿por qué era necesario consultar al mundo académico?
WT.-
Tenía que ser muy cuidadoso en la escritura y construcción del libro, puedo
tener mi ideología, pero no puedo recurrir a calificativos y adjetivaciones que
distorsionan una realidad, yo intenté en mi libro: No calificar, no mentir y no
juzgar. Yo no iba a decir –textualmente- que el presidente ha establecido a
partir de la propaganda oficial una alianza con los medios afines al gobierno,
en cambio preferí mostrar varios episodios que le permitieran al lector ver
esta realidad, por ejemplo: la cercanía que hay entre los periodistas de la
fuente de Los Pinos y cómo cruzan la delgada línea al pedir favores al Estado
Mayor Presidencial.
LJM.- ¿Haces referencia
a la fiesta de los periodistas en el Casino Militar?
WT.-
Claro, era una forma de mostrar la turbia relación de la prensa con el Estado,
fui cuidadoso de no transmitir mis juicios, porque no se trataba que el libro
fuera una declaratoria. Justamente para encontrar equilibrios busqué a los
académicos que mencionas, para tener argumentos de gente respetada que ha
estudiado el papel de los medios independientes y la lógica de poder de Peña
Nieto.
LJM.- En el avión presidencial,
Peña Nieto admitió: “No entiendo el conflicto de interés envuelto en la compra-venta
de La Casa Blanca”, Peña pidió a los periodistas que no grabaran esta
conversación “off the record”, ¿los colegas acostumbran “firmar” pactos de
silencio con Los Pinos?
WT.-
La construcción de un periodismo crítico requiere de un esfuerzo descomunal,
una parte es la independencia que un periodista tiene con su fuente, no estoy
hablando de que el periodista debe estar peleado con la fuente, pero si cubres
presidencia debes crear cierta cercanía con la institución, el problema es que
en México esa línea es muy delgada y casi siempre acaba por romperse, entonces
el periodista no observa las cosas con distancia, el periodista se convierte en
un cómplice del poder, este es un punto básico para hacer un periodismo
independiente. El pacto de silencio en el avión presidencial no es una anécdota
es un patrón de conducta, los periodistas tenían la oportunidad de presentarle
al lector lo que el presidente piensa sobre la compra-venta de “La Casa
Blanca”, pero decidieron no publicar esa información.
LJM.- El Estado de Morelos
sigue el modelo de publicidad de Peña Nieto, Graco Ramírez no gasta ni un peso
en “La Jornada Morelos”, destinan el presupuesto estatal a los medios
oficialistas, ¿has estudiado algún caso de provincia?, ¿escribirás sobre los gastos
de publicidad, los despidos de colegas y los asesinatos de periodistas en
provincia?
WT.-
Por la prisa de terminar el libro en junio, son temas que no pude abordar,
tenía que concentrarme en el gobierno de Peña Nieto y su trato con la prensa.
Pienso que en los estados se repiten los mismos hábitos perniciosos en torno a
la publicidad oficial, es decir: todos los gobernadores ven en la publicidad
oficial un enorme instrumento de recursos para inducir la narrativa oficial en
los medios de comunicación, para incluir fotografías, para censurar reportajes
que no convienen a los intereses gubernamentales, esto explica que los mensajes
del presidente o de los gobernadores aparecen mágicamente con las mismas
palabras en los titulares de los medios de comunicación, como si hubiera
telepatía periodística.
LJM.- ¿Publicarás la
segunda edición corregida y aumentada de “El Despido” con el resultado de los
amparos judiciales?
WT.-
No sé, depende de lo que conversaré con la editorial. Todavía no lo hemos
decidido.
LJM.- Finalmente, el día
que comenzaron los despidos de MVS, Sebastián Barragán recibió, en nombre del
equipo de investigación de Aristegui, el Premio Nacional de Periodismo, ¿qué
significado tienen los premios para la solidaridad gremial?, ¿por qué tú
respaldas el Premio Nuevas Plumas 2015?
WT.-
El Premio Nuevas Plumas fue fundado por el periodista chileno Juan Pablo
Meneses, para comenzar, Juan Pablo es un gran cronista que lleva muchos años
dedicado a historias de largo aliento. En México, el Premio Nacional de
Periodismo era una especie de regalo que el presidente en turno entregaba en
función de la relación de los medios con el gobierno, eran unos premios que
venían con el pecado original, respaldados por Los Pinos. El valor de los
premios independientes, como el Premio Nuevas Plumas, está en quién lo otorga
–no por un gobierno, ni por un poder-, y en quién lo funda: un periodista
independiente con un respaldo narrativo y apoyado por una serie de revistas y
universidades. En México es necesario y urgente alentar a las nuevas
generaciones de periodistas de investigación, para contar historias bien
escritas, por estas razones acepté ser juez del Premio Nuevas Plumas 2015; estoy
promoviendo el premio en las universidades y en las instituciones periodísticas
(públicas y privadas), y en distintos sectores de la sociedad.