Los últimos textos
inéditos de Ignacio M. Altamirano
Por
Mario Casasús*
Jesús Sotelo Inclán (1913-1989) estudió en la
facultad de derecho de la UNAM, participó en la fundación de la radiodifusora XEW, trabajó en la Escuela Nacional de
Maestros y en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), fue historiador y
dramaturgo, dedicó su vida a investigar los documentos y la tradición oral
sobre dos personajes históricos: Ignacio Manuel Altamirano y Emiliano Zapata.
Entre los libros que publicó destacan: Raíz
y razón de Zapata (1943), Ignacio
Manuel Altamirano. Obras completas: Discursos
y brindis (1986), y de forma póstuma, el primer volumen del Epistolario (1992); Sotelo Inclán
impartió su última conferencia el 29 de septiembre de 1989: Altamirano en Yautepec,[1] cuatro días después
falleció a consecuencia de un accidente automovilístico. En un homenaje póstumo
Nicole Girón reconoció: “Don Jesús Sotelo Inclán quien, al seguir las huellas
de Emiliano Zapata por las tierras de Morelos, había sabido ganarse la
confianza de muchos campesinos de aquella región recogiendo testimonios y
documentos de gran valía, había obtenido informaciones acerca de las
vinculaciones de Altamirano con las cercanías de Cuautla y Yautepec. Él pensaba
que Altamirano había podido ocupar, por un tiempo, un cargo de maestro de
escuela en uno de esos pueblos o ser preceptor de una hacienda de la región”.[2]
El dramaturgo Sotelo Inclán acostumbraba
imprimir de forma artesanal algunos trabajos: en noviembre de 1988, durante la
Semana Altamiranista de Tixtla, publicó la Dramatización
de la novela Antonia y el Arreglo
teatral de Navidad en las Montañas.[3] El 13 de noviembre de
1984, Sotelo Inclán imprimió cuarenta y cuatro páginas que permanecen inéditas
—según consta en el registro que dejó el propio autor, fallecido en 1989—, con
el título: Los primeros versitos
desconocidos del colegial Ignacio Altamirano.[4] El primer volumen de las Obras completas (1986) retomó los dos
versos inéditos, leídos por Altamirano el 26 de julio de 1851: Brindis por el gobernador Don Mariano Riva
Palacio, y Brindis por el director
del Instituto Licenciado Felipe Sánchez Solís.[5]
En el folleto color sepia fechado en 1984,
Sotelo Inclán explicó varios puntos, la profesora Beatriz Hernández García
colaboró en la investigación aclarando los datos biográficos: Ignacio
Altamirano Basilio es hijo de Francisco Altamirano (indígena) y Juana Gertrudis
Basilio (mestiza), ambos nacieron en
Tixtla, la boda se realizó el 15 de febrero de 1831. Beatriz Hernández García
conoció a su tío abuelo Vicente Altamirano Basilio (eran parientes por el lado
materno), la profesora dejó por escrito que los hermanos Nacho y Chente no se
parecían en nada: “[el tío Vicente] era de baja estatura, delgado, blanco,
rojizo y de ojos claros pequeños; cabello lacio, rubio entrecano, barba
puntiaguda y rala, del mismo color del cabello. Lo recuerdo con su bastón y su
levita café”.[6]
El güero Altamirano contrajo nupcias
con Guillermina Álvarez, hija de Diego Álvarez y nieta del general Juan
Álvarez, el primer gobernador electo del Estado de Guerrero en 1850; Vicente
Altamirano murió en 1911. En cambio, Ignacio Manuel heredó los rasgos indígenas
del padre, en palabras de Sotelo Inclán: “Altamirano asumió plenamente su
representatividad indígena y le dio honor […] El padre de Ignacio era
emprendedor e inclinado a la ilustración; él sí hablaba náhuatl y el español,
para comunicarse con los indígenas, a quienes representaba como alcalde indio
junto a los dos alcaldes blancos que gobernaban Tixtla. Envió a su hijo a la
escuela elemental que funcionaba a cargo del preceptor don Cayetano de la Vega […]
Aquella escuelita sería lo que hoy llamamos unitaria, es decir de un solo
maestro, por lo que tendría los primeros grados, de ninguna manera todos los
seis de una primaria completa; cuando don Cayetano no tuvo más que enseñar al
niño, éste quedaba sin escuela”.[7] La nueva experiencia
escolar de Altamirano inició en 1849, acompañado por su padre cabalgaron
durante seis días desde Tixtla con destino a Toluca,[8] para inscribirse en el
Instituto Literario de la capital mexiquense.
Los últimos textos inéditos de
Altamirano continúan extraviados en el periódico escolar del Instituto
Literario de Toluca. Sotelo Inclán dedicó un capítulo a la búsqueda del diario Los Papachos en el citado ensayo
inédito: Los primeros versitos desconocidos del
colegial Ignacio Altamirano.
“Urge encontrar Los Papachos
Según González Obregón, Altamirano escribió sus
primeras producciones en verso y en prosa en el Instituto: Y unos artículos
satíricos que publicó en el periódico Los
Papachos, que aún son recordados con gusto por los que tuvieron oportunidad
de leerlos.
De ese periodiquito, Heliodoro Valle recogió en
su Bibliografía los datos de su
emisión:
Los
Papachos.
Periódico Contra-Pipelet. A pedantes y habladores ya sean viejos o muchachos
les haremos mil papachos. No. 1: Toluca, 20 de julio de 1852. Sale domingo y jueves,
precio del ejemplar: ½ real. Tip. de Quijano, Toluca, 4 páginas. Tamaño 8vo.
(He conocido los dos primeros números gracias a mi amigo el anticuario don
Guillermo Echániz, en esta capital, México)”.[9]
Sotelo Inclán intentó recuperar el periódico escolar
de Toluca: “Después de estas notas nada se sabe de Los Papachos. Yo visité a la señora viuda de Echániz y nada supo al
respecto. Pero Arturo Arnáiz y Freg me aseguró tenerlos, sin que hiciera
efectivo su ofrecimiento de darlos a conocer. Su enfermedad hizo nula toda
posibilidad. Como legó su riquísimo acervo bibliográfico a la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada de la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público [SHCP], se puede esperar de la
diligencia que en ello se ponga, que aparezcan los indispensables
periodiquitos, pues su publicación se relaciona con la separación definitiva
del joven Altamirano [del Instituto Literario de Toluca]”.[10] Desde otro enfoque,
Nicole Girón refiere la historia de Los
Papachos: “El literato hondureño Heliodoro Valle tuvo la fortuna de hojear
los primeros números de dicha publicación, sin encontrar en ellos la firma de
Altamirano […] Buscados con empeño por los bibliófilos, los ejemplares de Los Papachos son escasísimos, al grado
que se llegó a propalar que nunca habían existido y eran un invento de
bibliófilos. Sin embargo, escritores acreditados como Heliodoro Valle aseguran
haberlos visto, y eruditos mexiquenses como Víctor Ruiz Meza o Gonzalo Pérez
Gómez apuntan datos fidedignos respecto a sus posibles paraderos transitorios”.[11] El propio Altamirano dejó
constancia de sus pininos en la
edición de un rotativo: “Fue el primer y
único compañero de redacción que tuve, en el primer periodiquillo que publiqué
cuando tenía yo 17 años y era estudiante, el periodiquillo fue causa de que nos
expulsaran a Mateos y a mí de cierto colegio de cuyo nombre no quiero
acordarme. Desde tan corta edad comencé
a ser mártir de la libertad de expresión”.[12] El último domicilio
conocido de la colección Los Papachos
está en la Biblioteca Miguel Lerdo de
Tejada de la SHCP. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público está en
deuda con la biografía de Ignacio Manuel Altamirano, tal vez podamos leer el
periódico Los Papachos antes del
Bicentenario del autor de El Zarco
(1834-2034), es la única posibilidad que nos queda para encontrar los textos
inéditos del colegial Ignacio Altamirano.
*La Jornada Morelos presenta un
adelanto, en exclusiva, del próximo libro del periodista Mario Casasús: Ignacio Manuel Altamirano en Morelos
(1853-1901).
[1] “Fue en Yautepec, Morelos, donde impartió su última conferencia, el 29
de septiembre de 1989: Altamirano en
Yautepec, invitado por la Sociedad Cultural Yautepec, A. C., ofreciéndola
en el auditorio del Centro de Seguridad Social del IMSS, con una selecta
concurrencia. Después de la conferencia, regresó al DF, de la capital partió el
día 1 de octubre para trasladarse al Estado de Guanajuato, donde había sido
invitado para impartir otras conferencias. En el viaje sufrió un accidente que
le provocó la muerte el día 3 de octubre”, César Ortiz Triana publicó esta nota
en Facebook con la última fotografía
de Sotelo Inclán en Yautepec, página de Facebook
consultada el 3 de octubre de 2013.
[2] Nicole Girón, “Altamirano en Cuautla”,
en Manuel Sol Tlachi y Alejandro Higashi (eds.), Homenaje a Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), Universidad
Veracruzana, Xalapa, 1997, p. 29.
[3] Ambas adaptaciones al teatro se
imprimieron en los talleres de la Editorial Nuspam, Chilpancingo, 1988.
[4] Jesús Sotelo Inclán, Los primeros versitos desconocidos del
colegial Ignacio Altamirano. Edición facsimilar, México DF, 1984, pp. 3-5.
Archivo de Manuel Sol, el investigador y académico de la Universidad
Veracruzana conserva una copia en mimeógrafo de Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano,
Manuel Sol citó la investigación de Sotelo Inclán en el ensayo: “Teoría y práctica de la poesía en Ignacio Manuel
Altamirano”, Para leer la patria
diamantina. Una antología general, Fondo de Cultura Económica/Fundación
para las Letras Mexicanas/UNAM, México DF, 2006, p. 337.
[5] Jesús Sotelo Inclán, en Ignacio Manuel
Altamirano, Obras completas, Discursos y brindis, t. I, SEP, México
DF, 1986, pp. 419-422, nota a pie de página.
[6] Beatriz Hernández García, Revista Tixtla, abril de 1954, en Jesús
Sotelo Inclán, Los primeros versitos
desconocidos del colegial Ignacio Altamirano. Edición facsimilar, México
DF, 1984 p. 39.
[7] Ibid.,
pp. 7-8.
[8] “Recorrieron en agotadoras jornadas el
solitario y largo camino de herradura de setenta y cinco leguas […] La primera
noche la pasaron en Mezcala; la segunda en la villa de Tepecoacuilco; las
subsiguientes en Puente de Ixtla, Malinalco, Tenancingo, Tenango del Valle,
arribando a Toluca el 16 [de mayo de 1849]”. Herminio Chávez Guerrero, Ignacio Manuel Altamirano. Biografía,
Instituto Guerrerense de la Cultura, Chilpancingo, 1985, p. 47.
[9] Jesús Sotelo Inclán, Los primeros versitos desconocidos…, op. cit., p. 31.
[10] Ibid.,
p. 32.
[11] Nicole Girón, Ignacio Manuel Altamirano en Toluca, Instituto Mexiquense de
Cultura/Instituto Guerrerense de Cultura/Instituto José María Luis Mora,
Toluca/Chilpancingo/México DF, 1993, pp. 152-153.
[12] Ignacio Manuel Altamirano, “Cartas
sentimentales”, en Obras completas, Crónicas, t. IX, SEP, México DF, 1987, p. 130.