miércoles, 6 de mayo de 2015

Altamirano en Morelos

Los últimos textos inéditos de Ignacio M. Altamirano        
Por Mario Casasús*

Jesús Sotelo Inclán (1913-1989) estudió en la facultad de derecho de la UNAM, participó en la fundación de la radiodifusora XEW, trabajó en la Escuela Nacional de Maestros y en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), fue historiador y dramaturgo, dedicó su vida a investigar los documentos y la tradición oral sobre dos personajes históricos: Ignacio Manuel Altamirano y Emiliano Zapata. Entre los libros que publicó destacan: Raíz y razón de Zapata (1943), Ignacio Manuel Altamirano. Obras completas: Discursos y brindis (1986), y de forma póstuma, el primer volumen del Epistolario (1992); Sotelo Inclán impartió su última conferencia el 29 de septiembre de 1989: Altamirano en Yautepec,[1] cuatro días después falleció a consecuencia de un accidente automovilístico. En un homenaje póstumo Nicole Girón reconoció: “Don Jesús Sotelo Inclán quien, al seguir las huellas de Emiliano Zapata por las tierras de Morelos, había sabido ganarse la confianza de muchos campesinos de aquella región recogiendo testimonios y documentos de gran valía, había obtenido informaciones acerca de las vinculaciones de Altamirano con las cercanías de Cuautla y Yautepec. Él pensaba que Altamirano había podido ocupar, por un tiempo, un cargo de maestro de escuela en uno de esos pueblos o ser preceptor de una hacienda de la región”.[2]

El dramaturgo Sotelo Inclán acostumbraba imprimir de forma artesanal algunos trabajos: en noviembre de 1988, durante la Semana Altamiranista de Tixtla, publicó la Dramatización de la novela Antonia y el Arreglo teatral de Navidad en las Montañas.[3] El 13 de noviembre de 1984, Sotelo Inclán imprimió cuarenta y cuatro páginas que permanecen inéditas —según consta en el registro que dejó el propio autor, fallecido en 1989—, con el título: Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano.[4] El primer volumen de las Obras completas (1986) retomó los dos versos inéditos, leídos por Altamirano el 26 de julio de 1851: Brindis por el gobernador Don Mariano Riva Palacio, y Brindis por el director del Instituto Licenciado Felipe Sánchez Solís.[5]

En el folleto color sepia fechado en 1984, Sotelo Inclán explicó varios puntos, la profesora Beatriz Hernández García colaboró en la investigación aclarando los datos biográficos: Ignacio Altamirano Basilio es hijo de Francisco Altamirano (indígena) y Juana Gertrudis Basilio (mestiza), ambos  nacieron en Tixtla, la boda se realizó el 15 de febrero de 1831. Beatriz Hernández García conoció a su tío abuelo Vicente Altamirano Basilio (eran parientes por el lado materno), la profesora dejó por escrito que los hermanos Nacho y Chente no se parecían en nada: “[el tío Vicente] era de baja estatura, delgado, blanco, rojizo y de ojos claros pequeños; cabello lacio, rubio entrecano, barba puntiaguda y rala, del mismo color del cabello. Lo recuerdo con su bastón y su levita café”.[6] El güero Altamirano contrajo nupcias con Guillermina Álvarez, hija de Diego Álvarez y nieta del general Juan Álvarez, el primer gobernador electo del Estado de Guerrero en 1850; Vicente Altamirano murió en 1911. En cambio, Ignacio Manuel heredó los rasgos indígenas del padre, en palabras de Sotelo Inclán: “Altamirano asumió plenamente su representatividad indígena y le dio honor […] El padre de Ignacio era emprendedor e inclinado a la ilustración; él sí hablaba náhuatl y el español, para comunicarse con los indígenas, a quienes representaba como alcalde indio junto a los dos alcaldes blancos que gobernaban Tixtla. Envió a su hijo a la escuela elemental que funcionaba a cargo del preceptor don Cayetano de la Vega […] Aquella escuelita sería lo que hoy llamamos unitaria, es decir de un solo maestro, por lo que tendría los primeros grados, de ninguna manera todos los seis de una primaria completa; cuando don Cayetano no tuvo más que enseñar al niño, éste quedaba sin escuela”.[7] La nueva experiencia escolar de Altamirano inició en 1849, acompañado por su padre cabalgaron durante seis días desde Tixtla con destino a Toluca,[8] para inscribirse en el Instituto Literario de la capital mexiquense.

Los últimos textos inéditos de Altamirano continúan extraviados en el periódico escolar del Instituto Literario de Toluca. Sotelo Inclán dedicó un capítulo a la búsqueda del diario Los Papachos en el citado ensayo inédito: Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano.

“Urge encontrar Los Papachos
Según González Obregón, Altamirano escribió sus primeras producciones en verso y en prosa en el Instituto: Y unos artículos satíricos que publicó en el periódico Los Papachos, que aún son recordados con gusto por los que tuvieron oportunidad de leerlos.
De ese periodiquito, Heliodoro Valle recogió en su Bibliografía los datos de su emisión:
Los Papachos. Periódico Contra-Pipelet. A pedantes y habladores ya sean viejos o muchachos les haremos mil papachos. No. 1: Toluca, 20 de julio de 1852. Sale domingo y jueves, precio del ejemplar: ½ real. Tip. de Quijano, Toluca, 4 páginas. Tamaño 8vo. (He conocido los dos primeros números gracias a mi amigo el anticuario don Guillermo Echániz, en esta capital, México)”.[9]

Sotelo Inclán intentó recuperar el periódico escolar de Toluca: “Después de estas notas nada se sabe de Los Papachos. Yo visité a la señora viuda de Echániz y nada supo al respecto. Pero Arturo Arnáiz y Freg me aseguró tenerlos, sin que hiciera efectivo su ofrecimiento de darlos a conocer. Su enfermedad hizo nula toda posibilidad. Como legó su riquísimo acervo bibliográfico a la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público [SHCP], se puede esperar de la diligencia que en ello se ponga, que aparezcan los indispensables periodiquitos, pues su publicación se relaciona con la separación definitiva del joven Altamirano [del Instituto Literario de Toluca]”.[10] Desde otro enfoque, Nicole Girón refiere la historia de Los Papachos: “El literato hondureño Heliodoro Valle tuvo la fortuna de hojear los primeros números de dicha publicación, sin encontrar en ellos la firma de Altamirano […] Buscados con empeño por los bibliófilos, los ejemplares de Los Papachos son escasísimos, al grado que se llegó a propalar que nunca habían existido y eran un invento de bibliófilos. Sin embargo, escritores acreditados como Heliodoro Valle aseguran haberlos visto, y eruditos mexiquenses como Víctor Ruiz Meza o Gonzalo Pérez Gómez apuntan datos fidedignos respecto a sus posibles paraderos transitorios”.[11] El propio Altamirano dejó constancia de sus pininos en la edición de  un rotativo: “Fue el primer y único compañero de redacción que tuve, en el primer periodiquillo que publiqué cuando tenía yo 17 años y era estudiante, el periodiquillo fue causa de que nos expulsaran a Mateos y a mí de cierto colegio de cuyo nombre no quiero acordarme.  Desde tan corta edad comencé a ser mártir de la libertad de expresión”.[12] El último domicilio conocido de la colección Los Papachos está en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada de la SHCP. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público está en deuda con la biografía de Ignacio Manuel Altamirano, tal vez podamos leer el periódico Los Papachos antes del Bicentenario del autor de El Zarco (1834-2034), es la única posibilidad que nos queda para encontrar los textos inéditos del colegial Ignacio Altamirano.

*La Jornada Morelos presenta un adelanto, en exclusiva, del próximo libro del periodista Mario Casasús: Ignacio Manuel Altamirano en Morelos (1853-1901).






[1] “Fue en Yautepec, Morelos, donde impartió su última conferencia, el 29 de septiembre de 1989: Altamirano en Yautepec, invitado por la Sociedad Cultural Yautepec, A. C., ofreciéndola en el auditorio del Centro de Seguridad Social del IMSS, con una selecta concurrencia. Después de la conferencia, regresó al DF, de la capital partió el día 1 de octubre para trasladarse al Estado de Guanajuato, donde había sido invitado para impartir otras conferencias. En el viaje sufrió un accidente que le provocó la muerte el día 3 de octubre”, César Ortiz Triana publicó esta nota en Facebook con la última fotografía de Sotelo Inclán en Yautepec, página de Facebook consultada el 3 de octubre de 2013.
[2] Nicole Girón, “Altamirano en Cuautla”, en Manuel Sol Tlachi y Alejandro Higashi (eds.), Homenaje a Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), Universidad Veracruzana, Xalapa, 1997, p. 29.
[3] Ambas adaptaciones al teatro se imprimieron en los talleres de la Editorial Nuspam, Chilpancingo, 1988.
[4] Jesús Sotelo Inclán, Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano. Edición facsimilar, México DF, 1984, pp. 3-5. Archivo de Manuel Sol, el investigador y académico de la Universidad Veracruzana conserva una copia en mimeógrafo de Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano, Manuel Sol citó la investigación de Sotelo Inclán en el ensayo: “Teoría y  práctica de la poesía en Ignacio Manuel Altamirano”, Para leer la patria diamantina. Una antología general, Fondo de Cultura Económica/Fundación para las Letras Mexicanas/UNAM, México DF, 2006, p. 337.
[5] Jesús Sotelo Inclán, en Ignacio Manuel Altamirano, Obras completas, Discursos y brindis, t. I, SEP, México DF, 1986, pp. 419-422, nota a pie de página.
[6] Beatriz Hernández García, Revista Tixtla, abril de 1954, en Jesús Sotelo Inclán, Los primeros versitos desconocidos del colegial Ignacio Altamirano. Edición facsimilar, México DF, 1984 p. 39.
[7] Ibid., pp. 7-8.
[8] “Recorrieron en agotadoras jornadas el solitario y largo camino de herradura de setenta y cinco leguas […] La primera noche la pasaron en Mezcala; la segunda en la villa de Tepecoacuilco; las subsiguientes en Puente de Ixtla, Malinalco, Tenancingo, Tenango del Valle, arribando a Toluca el 16 [de mayo de 1849]”. Herminio Chávez Guerrero, Ignacio Manuel Altamirano. Biografía, Instituto Guerrerense de la Cultura, Chilpancingo, 1985, p. 47. 
[9] Jesús Sotelo Inclán, Los primeros versitos desconocidos…, op. cit., p. 31.
[10] Ibid., p. 32.
[11] Nicole Girón, Ignacio Manuel Altamirano en Toluca, Instituto Mexiquense de Cultura/Instituto Guerrerense de Cultura/Instituto José María Luis Mora, Toluca/Chilpancingo/México DF, 1993, pp. 152-153.
[12] Ignacio Manuel Altamirano, “Cartas sentimentales”, en Obras completas, Crónicas, t. IX, SEP, México DF, 1987, p. 130.