Centenario de Juan Rulfo
Homenajes, polémicas y antihomenajes.
Por
Mario Casasús/Brecha
El
16 de mayo se cumplieron 100 años del nacimiento de Juan Rulfo. No hay mejor
homenaje a un escritor que la edición responsable y respetuosa de su
literatura. La Fundación Rulfo publicó las versiones definitivas de El Llano en llamas (1953), Pedro Páramo (1955) y El gallo de oro (1980) a partir de los
manuscritos, y presentará una edición bilingüe español-náhuatl de Pedro Páramo, la primera versión en una
lengua indígena de la novela que ha sido traducida a 50 idiomas. Aquí en el
Sur, Eterna Cadencia publicó estas
nuevas versiones en un volumen, y la editorial chilena Hueders en tres tomos por separado. Hace 36 años Heber Raviolo dio
a conocer en Uruguay el último título de la colección Lectores de Banda Oriental con un prólogo suyo y un subtítulo
acertado: El gallo de oro. Novela, que reparaba el error mexicano de darla a
conocer un año antes como un “texto para cine”.
La Fundación persiste en el afán de difundir su
archivo fotográfico en libros temáticos: Juan
Rulfo. Oaxaca (catálogo de la exposición con la curaduría del pintor
Francisco Toledo, 2009), En los
ferrocarriles. Juan Rulfo (catálogo de la exposición en el Centro Cultural
Tlatelolco de la UNAM, 2014) y Juan Rulfo en
Veracruz
(2017), y en libros de arte con textos inéditos: Juan Rulfo. Letras e imágenes (2002), 100 fotografías de Juan Rulfo (2013) y El fotógrafo Juan Rulfo (2017). También anunciaron dos volúmenes de
Juan Rulfo en el cine, con textos de Douglas Weatherford (traductor de El gallo de oro al inglés) y fotografías de las locaciones donde
participó Rulfo.
Otro libro para celebrar el centenario será la
reedición de la biografía Noticias sobre
Juan Rulfo (2017), escrita por el doctor Alberto Vital, el único biógrafo
que tuvo acceso a los epistolarios, los documentos inéditos, las traducciones y
el archivo privado del escritor. Ha sido Vital el responsable de la edición de
las versiones que hizo Rulfo sobre las Elegías
de Duino, de Rilke, y de la recopilación de la columna Retales escrita por Rulfo entre 1964 y 1966 (todavía quedan por
descubrir críticas y reseñas de su puño y letra, y la Fundación conserva las
participaciones radiofónicas de Rulfo en un programa de crítica literaria de
1956). En entrevista, Alberto Vital reconoció un pendiente académico: “Me
parece que para que se realice una investigación profunda del Rulfo editor de
libros de antropología y de historia -desde 1962 hasta su muerte trabajó
primero como editor y luego como director editorial en el Instituto Nacional
Indigenista y dio a la luz más de 70 títulos-, se requerirá del trabajo
interdisciplinario de especialistas en literatura y antropología. Tal vez a la
próxima generación le quedará la fascinante tarea de detectar cuáles prólogos,
contraportadas y solapas escribió Rulfo para esos más de 70 títulos en que
fungió como editor” (Clarín de Chile, 16/05/2009). Noticias sobre Juan Rulfo es la biografía más precisa, ilustrada y
documentada, del libro se desprenden nuevas líneas de investigación, después
del hallazgo de la traducción hecha por Rulfo de las Elegías de Rilke, el crítico literario Víctor Jiménez publicó Ladridos, astros, agonías. Rilke y Broch
en el lector
Rulfo (RM,
2017).
En el marco de las festividades se inauguró, en
el Museo Amparo de Puebla, la retrospectiva más completa de fotografías de
Rulfo, y la editorial RM publicó el catálogo con las 150 fotografías
acompañadas por textos de Andrew Dempsey, Jorge Zepeda y Paulina Millán.
Homenajes y
Antihomenajes.
La
Fundación Rulfo declinó participar en cualquier “homenaje” del gobierno
mexicano y sus instituciones culturales desde noviembre de 2005, cuando hizo
retirar el nombre al Premio Iberoamericano Juan Rulfo, a raíz de las
declaraciones del poeta premiado Tomás Segovia, quien afirmó: “Nadie sabe por qué Rulfo tenía ese talento,
porque en otros escritores puedes rastrear el trabajo, la cultura, las
influencias… No tuvo una vida muy deslumbrante, no fue un gran estudioso ni un
gran conocedor”. (La Jornada,
27/11/2005). El poeta español menospreciaba así la biografía intelectual del
narrador mexicano. El tiempo le ha dado la razón a la Fundación, el devaluado
Premio FIL Guadalajara es hoy más que nada un escaparate para la igualmente devaluada
clase política mexicana; el presidente Enrique Peña Nieto o el Secretario de Educación
entregan el Premio, acompañados por gobernadores y personajes impresentables.
Deslindarse del gobierno le da absoluta libertad a la Fundación, sus académicos
y los familiares de Rulfo no permiten a los funcionarios corruptos y escritores
de cuarta categoría que repitan lugares comunes y las falsas leyendas sobre la
supuesta ayuda que recibió para escribir Pedro
Páramo.
Pocas personas conocen los detalles de la
primera ruptura entre la Fundación y el gobierno mexicano. El conflicto data de
noviembre de 2002. Cuando la Fundación inauguró una exposición fotográfica de
Rulfo en París, el entonces consejero de la embajada -Jorge Volpi- pidió que
invitaran al presidente Vicente Fox para cortar el listón, aprovechando su gira
por Europa. Volpi envió diez correos electrónicos rogando al director Víctor
Jiménez que extendieran la invitación al presidente Fox, la Fundación
argumentó: “El financiamiento de la
exposición proviene del Instituto Cervantes (España) y de la Maison de l’Amérique
Latine (Francia), no hay dinero involucrado del gobierno mexicano, Fox puede
asistir como turista, pero no inaugurará la exposición” (correo citado con
autorización del director Víctor Jiménez). Ante la negativa, Volpi intentó
sabotear la exposición de Rulfo organizando un acto en la embajada el mismo día
y a la misma hora, sin embargo no pudo opacar la inauguración, el público
francés y los residentes mexicanos en París abarrotaron la exposición
fotográfica. Hubiera sido una vergüenza ver la fotografía de Volpi junto a Fox
y el director de Fundación inaugurando una retrospectiva de Rulfo; con Fox ni a
la esquina, ni siquiera en una fotografía.
Jorge Volpi no perdonó la afrenta, ligado al
gobierno mexicano en áreas siniestras para un literato (trabajó en el
Ministerio del Interior y en la Fiscalía General de la República), tejió una
emboscada el pasado mes de abril para atacar a la Fundación Rulfo. Actualmente
Jorge Volpi es Director de Difusión Cultural de la UNAM, y en un aparente gesto
de buena voluntad invitó a Víctor Jiménez y Alberto Vital al homenaje dedicado
a Rulfo en la Fiesta del Libro y la Rosa.
Ambos aceptaron sin saber que Volpi también había invitado a Cristina Rivera
Garza. La Fundación consideró “difamatorio” el libro Había mucha neblina o humo o no sé qué (2016) y los dos académicos
se retiraron del “homenaje”. La avalancha de críticas no se hizo esperar, la
derecha mexicana denunció “la censura de la Fundación”, incluso llamaron a
desacatar la ley (la Fundación registró el nombre Juan Rulfo y no puede ser
utilizado sin su autorización), también pretendieron, sin éxito, enemistar a la
Fundación y la UNAM, la Cátedra Rulfo permanece en la UNAM. Nadie ha mencionado
que Jorge Volpi y Cristina Rivera Garza nunca se arrepintieron de ser invitados
por el gobernador Tomás Yarrington al Festival
Tamaulipas en 2003, Yarrington fue capturado en Italia, el pasado 9 de
abril, y le espera una condena de dos cadenas perpetuas en Estados Unidos por
narcotráfico; pero ni Volpi, ni Rivera Garza entienden por qué la Fundación se
aleja de todos los políticos mexicanos (a nivel federal, estatal y municipal).
En el contexto de un Estado corrupto y vinculado al narcotráfico, los riesgos
de aceptar una invitación son latentes.
El peor insulto contra
Rulfo
Al
morir Rulfo, Juan José Arreola declaró: “Pero
lo más importante en mi vida con respecto a Juan fue decirle que publicara Pedro Páramo en su aspecto fragmentario, que ya no intentara hacer una unidad y una
sucesión cronológica aristotélica. Eso es lo que yo me atribuyo: es lo que me
corresponde, porque un sábado en la tarde lo hice decidir a Juan, y el domingo
se terminó el asunto de acomodar las secciones de Pedro Páramo y el lunes se
fue a la imprenta en el Fondo de Cultura Económica” (Proceso, 27/01/1986). Según Arreola, durante un fin de semana arreglaron
el manuscrito como una barajas de naipes: “Y sobre una mesa nos pusimos a acomodar los
montones de cuartillas”. No importan los antecedentes: Rulfo publicó tres
adelantos de Pedro Páramo en las
revistas Letras Patrias, Universidad de México y Dintel (1954), no importan los
manuscritos que conserva la Fundación, esta mentira se repite en los
“homenajes” del gobierno mexicano y sus embajadas. Por ejemplo, el escritor
Juan Villoro compartió mesa con Víctor Jiménez en Alemania, en entrevista, el
director de la Fundación me dijo: “Recuerdo
que estuve en la Universidad de Bielefeld, donde se inventaron un Coloquio
sobre Rulfo (1997) con la participación de la embajada de México. Me tocó
escuchar la versión que daba Juan Villoro de lo que decía Juan José Arreola,
sobre que movieron –como quien maneja papeles sueltos– los fragmentos, con
Arreola en el papel de director general ‘decidiendo’ cómo ordenar los capítulos
y qué páginas quedarían excluidas” (Clarín de Chile, 07/01/2015). Villoro publicó su conferencia
difamatoria en el libro Efectos
personales (2000) y a la fecha defiende la coautoría de Pedro Páramo.
En
la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2014, dedicada a Argentina,
varios escritores sudamericanos organizaron un “homenaje” a Rulfo. Mempo
Giardinelli contó anécdotas de su amistad con “Juanito”, pero el colmo fue la
participación de Noé Jitrik cuando habló de “la ayuda de Arreola”, al final
pedí la palabra para corregirlo y el crítico literario argentino aceptó su
error. Así como Arreola inventó que ordenó los capítulos de Pedro Páramo, en la citada entrevista
se apropió de otro mérito de Rulfo, en palabras de Arreola: “Lo de El gallo de oro es un cuento posterior que me contó un amigo
de la escuela de Zapotlán… Yo se lo dejé a Juan porque me encantó y Juan creo que no lo aprovechó. Yo
nunca he leído El gallo de oro, para que vean nomás lo buenos amigos que somos. Yo se lo di totalmente” (Proceso, 27/01/1986). Rulfo no
necesita intermediarios gubernamentales, ni “homenajes” difamatorios de sus
supuestos amigos, los libros y las fotografías de Rulfo circulan por el mundo,
el legado de Rulfo está en buenas manos lejos del Estado mexicano.