Alma
Karla Sandoval: “Mi patria es mi biblioteca”
Por
Mario Casasús
Cuernavaca.-
En entrevista con la Cartelera Cultural, la poeta y narradora Alma Karla
Sandoval (1975), presenta la antología Náutica
del fuego: “Los capullos de luciérnagas están presentes en mi poesía porque
viví en Jojutla cerca de un río, los trabajos de mis padres estaban en
Zacatepec, íbamos casi todos los días a Zacatepec, a veces de noche, yo iba en
el asiento trasero del automóvil de mi mamá o iba en la parte trasera de la
camioneta pick-up intentando agarrar a las luciérnagas en el viento, porque nos
seguían en los trayectos de Jojutla a Zacatepec, es una imagen que tengo
incrustada en el alma, por cierto ya no se ven las luciérnagas entre los
cañaverales y arrozales, de hecho, el poema Para
dibujar un árbol amarillo se iba a llamar Sólo vine a dibujar luciérnagas, son un símbolo de la luz y son tan
chiquitas”. En la actualidad colabora en la revista Voz de la tribu y es catedrática del Tecnológico de Monterrey, Alma
Karla Sandoval hace una hermosa declaración de principios: “A veces prefiero
leer que escribir, doy clases porque disfruto hablar de literatura, mi patria
es mi biblioteca”.
- Alma Karla, ¿cuándo
inició tu travesía por Latinoamérica?
-
Llegué a Colombia porque me fui a estudiar a Madrid para estudiar la
Especialidad de enseñanza del español como lengua extranjera, en Madrid conocí
a varios amigos colombianos, regresé a México y en 2004 comenzaron mis primeros
viajes por Centroamérica, después viví dos años y medio en Bogotá, al
instalarme de nuevo en México comenzaron las invitaciones para festivales de
poesía en Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá, también participé
en los festivales de poesía de Medellín y Bogotá. No he dejado de ir a
Centroamérica, seguramente volveré a Guatemala, tengo una relación muy cercana
con la poesía de Guatemala.
- Leí el obituario que
escribiste en memoria de nuestro querido poeta Marco Antonio Flores…
-
Marco Antonio Flores es una presencia entrañable, lo conocí en la Feria del
Libro de Guatemala en 2009, “El Bolo Flores” era el tallerista de todos los
grandes poetas guatemaltecos, lo conocí antes de instalarme en México, me costó
mucho trabajo establecerme en México después de vivir en Bogotá. Imagínate soy
una poeta de Jojutla, una provinciana, estudié la licenciatura en el DF, me
formé en los talleres del poeta Saúl Ibargoyen, pero muy joven me tuve que ir a
España, regresar a México fue difícil, asistí a varios talleres con “El Bolo
Flores”, en Guatemala me di cuenta que en México no éramos capaces de inventar
lo que hacían en Centroamérica por la poesía, yo no imaginaba que se podía
poner el nombre de un poeta a una calle o a un parque, y que la poesía tenía
una vigencia política, de resistencia cultural y pacífica; en México yo no
encontraba estas vías de creatividad, de acción y resistencia, hasta que llega
el asesinato de Juan Francisco Sicilia, aquí en Cuernavaca (2011), yo estaba
dando clases en el Tecnológico de Monterrey, y nos sacamos de la manga un
festival de poesía en el Tec,
llegaron los poetas salvajes y los poetas de Cuernavaca que querían hacer cosas
políticas, comenzaron a gritar en el Tec:
“más poesía y menos policía”, ese encuentro detonó un movimiento artístico
importante en Cuernavaca, algunos jóvenes que participaron fundaron editoriales
y premios literarios.
Era
una coyuntura que yo había visto en Guatemala, El Salvador y Panamá, era un
momento para quedarse en México, retomé la tesis de doctorado y organizamos lecturas
en el Callejón del libro, se ha revitalizado el movimiento poético en Morelos,
es una entidad de poetas, hay mucho talento, están Efraín Blanco, Kenia Cano y
Ángel Cuevas, por citar algunos nombres, hemos trabajado en comunidad, hay una
fraternidad entre los escritores jóvenes de Morelos, es un buen momento para la
literatura en Morelos, como una respuesta inmediata ante todo lo que pasa.
- Los viajes son
fundacionales para tu creatividad, pero son pocas las referencias en tus poemas
a los lugares donde has vivido, encontré un par de versos dedicados a Madrid y “Camino al oro” de Bogotá; en cambio
leí atmósferas naturalistas, ¿por qué no abordas los terruños de tu vida en
Náutica del fuego?
-
Se fue dando así, la antología es un rescate de seis libros, que va desde “Todo
es edad” (editado por la UAEM) hasta “Tratado de bengalas” (Premio Ignacio
Manuel Altamirano), yo hice la selección, no quería que salieran las
referencias del viaje, para no volver tan directos estos libros y viene otro
momento en mi poesía, Náutica del fuego
es un parteaguas, después estará más presente el viaje como metáfora
fundacional, verdaderamente mágica, el viaje es un referente. No deseaba que se
notara tanto, ciertamente hay dos poemas que son inevitablemente los lugares
donde viví: Madrid y Bogotá; también en “Náutica del fuego” aparecen los
cañaverales de Jojutla, mi padre, mi madre y la vida familiar, en “Náutica del
fuego” los poemas pertenecen a universos que se crean en el territorio del
poeta, los poemas están lleno de ensoñaciones, quería esa multiplicidad de
espacios, que cada texto fuera un espacio en sí.
- Para que el fuego
navegue se requiere una antorcha: “las luciérnagas”, su luz aparece en el poema
Para aniquilar una mujer: “otra
mantis religiosa disfrazada de luciérnaga”, en De otro jardín: “y la nube aún con luciérnagas”, en Para un árbol amarillo: “hablaron las
luciérnagas” y están en mi poema preferido Versos
para escribir en Jojutla: “sólo vine a dibujar luciérnagas”…
-
Me encanta tu lectura, ese poema que te gusta te va a fascinar cuando sepas que
estábamos esperando que dejara de llover en una panadería de Bogotá, con Juan
Manuel Roca y Marco Antonio Campos, creo que íbamos a cenar con estos dos
grandes poetas que admiro y grandes amigos, pero estaba cayendo una tormenta y
nos tomamos un café y de repente, jugando, burlándose un poco “El Pollo” Campos
me dijo: “Karla, ¿nunca has imaginado un poema que se llame Versos para
escribir en Jojutla?”, le contesté: “no, pero juro que lo voy a escribir y te
lo dedicaré”, Roca se reía porque él no conocía Jojutla hasta que lo llevamos
(risas), el poeta colombiano quería conocer Jojutla.
Los
capullos de luciérnagas están presentes en mi poesía porque viví en Jojutla
cerca de un río, los trabajos de mis padres estaban en Zacatepec, íbamos casi
todos los días a Zacatepec, a veces de noche, yo iba en el asiento trasero del automóvil
de mi mamá o iba en la parte trasera de la camioneta pick-up intentando agarrar a las luciérnagas en el viento, porque
nos seguían en los trayectos de Jojutla a Zacatepec, es una imagen que tengo
incrustada en el alma, por cierto ya no se ven las luciérnagas entre los
cañaverales y arrozales, de hecho, el poema “Para dibujar un árbol amarillo” se
iba a llamar “Sólo vine a dibujar luciérnagas”, son un símbolo de la luz y son
tan chiquitas.
-En los cuatro poemas
las luciérnagas te hablan, ahora que mencionas la inspiración de nuestro amigo
Marco Antonio Campos…
-
Fue una tarea que me dejó, ¿no?
- Sí, quería hablar de
tus referencias literarias, independientemente de la dedicatoria de algunos
poemas, leo guiños a Roberto Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro, Virginia
Woolf, Roque Dalton, Marco Antonio Campos, Juan Manuel Roca y otros escritores…
-
Antes que ser escritora soy lectora, tengo una sección en la radio –en el
programa El Choro Matutino- de recomendaciones literarias, dirijo un Café
literario, tenemos un círculo de lectores en Jojutla, todas las semanas están
marcadas por un autor. No puedo dejar de mencionar la literatura, es un camino
riesgoso porque se “literaturiza” demasiado la poesía, como también es riesgosa
la denuncia política en la poesía, pero como dijo Jorge Ibargüengoitia: “a mí
me gusta correr riesgos” y de repente no puedo prescindir de lo que me han
enseñado grandes maestros, mi tesis de maestría es sobre “Los detectives
salvajes” de Roberto Bolaño y mi tesis de doctorado es sobre las memorias de
Pablo Neruda (Confieso que he vivido),
tengo un vínculo literario, imaginativo, una República de las letras, a veces
prefiero leer que escribir, doy clases porque disfruto hablar de literatura, mi
Patria es mi biblioteca.
- ¿Corres el riesgo de
que el feminismo se impregne en tu poesía?
-
Sí, cualquier ideología o militancia.
- Por citar “La dueña de
la isla”
-
Escribí La dueña de la isla regresando de Panamá, después de conocer a Lucy
Chau, ella es una poeta feminista, ganó un premio internacional por el libro La casa rota (2009), y lo hace tan bien
que el feminismo gravita, pero no es la poesía, es otro ingrediente, la poesía
es la columna vertebral y lo que estás hablando es un accesorio, Flaubert decía: “no importa qué
historia cuentas sino cómo la cuentas”, sucede lo mismo con los temas en la poesía,
no importa tanto el tema si lo que prevalece es la poesía.
- Recuerdo tu poema
“Para descubrir cualquier verdad”, ¿La verdad es una flecha, o la poesía es una
forma de encontrar la verdad?
-
La poesía es una verdad que es una flecha, una flecha que lleva la verdad,
digamos que en esta maravillosa dialéctica, cuando un poeta miente se nota,
alguien dijo: “todo se vale en la poesía, menos decir mentiras”, es un
desnudarte por completo, si quieres hacer ficción escribe narrativa.
- También puedes ser
periodista de Televisa para inventar noticias…
-
(Risas), si quieres buscarle tres pies al gato conviértete en filósofo, pero en
la poesía el material es la verdad, y con la verdad tienes imágenes y ritmo, es
un trabajo kamikaze, los poetas a veces nos sentimos “escudos humanos”, la
poesía es un escudo potente frente a tanta desigualdad y la injusticia, algunos
poetas son revolucionarios sin proponérselo.
- Finalmente, “Náutica
del fuego” incluye un par de poemas autobiográficos: “5 + 20” y “Confesión a
las 11:38”, ¿con qué frecuencia haces un corte de caja?
-
Los hacía, después logré superar el asunto de cómo va pasando el tiempo
(risas), me daba miedo, de hecho, en Todo
es edad (UAEM, 2003) están los cortes de caja por el mismo título del
libro, después fue un tema que dejó de interesarme.
*Entrevista
publicada en la edición impresa de la Cartelera Cultural de Morelos
(marzo/2016).