martes, 24 de abril de 2018

Entrevista a Lucino Luna


Lucino Luna: “El Museo Casa Zapata se enriquecerá por la exhibición de las piezas que rescatamos”
Por Mario Casasús

Anenecuilco.- El cronista Lucino Luna dirigió el Museo Casa Zapata durante 23 años: “Al principio era un museo chiquito, se llamaba: Museo por la lucha de la tierra, no tenía nada, yo me puse a buscar carabinas de la revolución, documentos y fotografías. Conseguí una espada plateada de 1911 -tiene la empuñadura con el águila del porfiriato-, recuperé una escopeta de dos tiros, un petate zapatista y varias piezas prehispánicas”. Luna Domínguez tramitó su jubilación en 2016: “Llegó el momento en que me tenía que ir del museo por razones de edad, sentí que ya era hora, le avisé a mis jefes de la Secretaría de Cultura que me quería retirar, me costó trabajo tomar la decisión, no me arrepiento, pero ya estoy afuera del museo y sigo trabajando por mi cuenta. Cuando se reinaugure el Museo Casa Zapata te va a gustar, se enriquecerá por la exhibición de las piezas que rescatamos y por los 5 óleos de Antuñano”.

Lucino Luna está orgulloso por sus aportes museográficos, le costó trabajo conseguir el financiamiento para los 5 óleos de Antuñano: “Llevaba al pintor a la tienda de raya y hacía los bosquejos… Meses después, leyendo documentos sobre Zapata me di cuenta que describen su salida de la Iglesia por el lado del panteón. Vi al presidente municipal Juan Nolasco y le dije: ‘necesitamos otro óleo con la salida de Zapata del pueblo’, el alcalde respondió: ‘vamos a hablar con la Fundación BANAMEX’, ellos financiaron el segundo óleo… en el tercer óleo pintó la casa de Zapata con su tecorral, le dije que pintara ‘un perro meco’ y guajolotes, porque un documento marca: ‘la familia Zapata tenía guajolotes y animales de otra especie’. El cuarto óleo representa la salida de Zapata de Villa de Ayala, y en el quinto óleo pintó el solar donde encontraron a Ehécatl, llamaban al lugar La Cofradía, ahí organizaban las jugadas de toros, investigué qué jugadas de toros hacía Zapata”.

A pesar de terminar su relación laboral con el museo, Lucino sigue al pendiente de la reinauguración, en la víspera de octubre de 2019 propone: “Me gustaría que las autoridades –el comisariado ejidal, el ayudante y el presidente municipal- organicen un homenaje póstumo nombrando la Sala Jesús Sotelo Inclán, quiero que coloquen una placa en la sala principal del museo para que reconozcan el trabajo del profesor”. Finalmente, discrepo con Lucino en un punto, no entiendo la negativa para exhibir los Documentos Primordiales de Anenecuilco, en sus palabras: “Soy de la idea de que no debes atiborrar de documentos un museo, si puedes mostrar un arma muestra un arma, es más atractivo y voluminoso. Anenecuilco tiene para dar y prestar, yo recuperé objetos porque aquí nací y conozco a la gente, sabía combinar mi tiempo con mis amigos, les decía: ‘regala el rifle de tu abuelo al museo’, me costó mucho trabajo hacer llegar cosas importantes. Yo te escuchaba en la presentación del libro, tú hacías una pregunta, le sugerías a Enrique que en el museo se colocaran los facsimilares de los Documentos Primordiales, pero yo digo que sólo muestres documentos que sean inéditos, que no sean los mismos que menciona Sotelo Inclán, para que veas algo nuevo”.   

MC.- Lucino, ¿cómo recuperaron el terreno para construir el Museo Casa Zapata?
LL.- El profesor Jesús Sotelo Inclán llegó a Anenecuilco en 1937, le interesaba conocer la biografía de Emiliano Zapata y entrevistó a varias personas de acá, después hizo una gran amistad con Chico Franco, al final de cuentas le muestra los Documentos Primordiales de Anenecuilco y le muestran el Archivo Eclesiástico que en aquella época estaba más completo. De toda la investigación nació su libro Raíz y razón de Zapata (1943), en una de sus páginas, Sotelo Inclán expresa que quiere para Anenecuilco un museo en la casa de Zapata con una sala prehispánica, una sala revolucionaria y una sala iconográfica. Yo pensé: “voy a ayudarlo para que se haga realidad lo que quiere el profesor”, pero nunca lo pude ver, yo trabajaba como inspector en Zacatepec y cuando llegaba a buscarlo al museo me decían: “se acaba de ir”. Una vez llegó a comer a la casa de mi tía Esperanza Franco, llegué corriendo desde Zacatepec pero se acababa de ir. Luego me di cuenta que Sotelo Inclán se murió en un accidente automovilístico, por mi cuenta comencé a investigar. Santana Bustos era comisariado ejidal y el ayudante municipal era Juan Nolasco Vázquez, ellos hablaron con el gobernador Antonio Riva Palacio, él designó a la licenciada Patricia Elton –que estaba en eventos especiales-, visitó el museo para preguntarme de qué se trataba el proyecto, una semana después me invitaron al Palacio de Gobierno para ofrecerme la dirección del Museo Casa Zapata.

MC.- ¿En qué año te nombraron director del museo?
LL.- En 1993. Me dieron escalofríos porque adquirí un compromiso muy fuerte. Mi primer jefe fue Gabriel Efraín Castillo, Director de Bibliotecas del Estado de Morelos. Al principio era un museo chiquito, se llamaba: Museo por la lucha de la tierra, no tenía nada, yo me puse a buscar carabinas de la revolución, documentos y fotografías. Conseguí una espada plateada de 1911 -tiene la empuñadura con el águila del porfiriato-, recuperé una escopeta de dos tiros, un petate zapatista y varias piezas prehispánicas.

MC.- ¿El museo no tenía nada?, ¿y los Documentos Ancestrales de Anenecuilco?
LL.- Cuando llegué al museo ya habían traído los Documentos que tenía Jesús Sotelo Inclán, los trajo su hermano, se los entregó a Salinas y Salinas al pueblo. Yo entré hasta después. El mural también ya estaba, lo hizo Roberto Rodríguez Navarro. Yo llegué y arranqué, me di cuenta que iba a ser bien difícil, pero empecé poco a poco, hasta que logré que se reunieran gran cantidad de armas, documentos, fotografías y piezas prehispánicas. Lo que había soñado Sotelo Inclán ya estaba allí, se hizo la museografía, seguí recuperando más objetos pero se quedaban en la bodega y mandé a pintar 5 óleos que tampoco se exhibían.

MC.- ¿Fue tu iniciativa invitar a Luis de Antuñano para que hiciera 5 óleos?
LL.- Fue mi propuesta, yo contraté a Luis de Antuñano, lo llevé a conocer los paisajes que nunca se imaginó: la tienda de raya, los túneles y el cerro del ídolo. Hizo 5 óleos que miden 2.20 X 1.20, si los colocas juntos cubren 14 metros contando las fichas técnicas.

MC.- Conozco los 5 óleos, pero la mayoría de los lectores no los han visto, ¿qué paisajes representan?
LL.- Uno te muestra la tienda de raya, que fue construida en 1881 por los dueños de la hacienda del hospital, en ese campo llegaban carretas para acarrear la caña, para 1905 entró un tren chiquito de vapor, encontré una fotografía del tren que entraba a recoger la caña, doné la foto al museo.

MC.- ¿Quién conserva la máquina de vapor?
LL.- He investigado pero nadie me da razón del tren, sólo quedaron las fotos.

MC.- ¿Cuál era el criterio para incluir a las personas, los objetos y animales en los 5 óleos?
LL.- Llevaba al pintor a la tienda de raya y hacía los bosquejos. Don Luis me decía: “¿qué crees?, me faltan algunos detalles”, así que regresamos varias veces a la tienda de raya. Meses después, leyendo documentos sobre Zapata me di cuenta que describen su salida de la Iglesia por lado del panteón. Vi al presidente municipal Juan Nolasco y le dije: “necesitamos otro óleo con la salida de Zapata del pueblo”, el alcalde respondió: “vamos a hablar con la Fundación BANAMEX”, ellos financiaron el segundo óleo que pintó don Luis, yo le decía: “en lugar de una barda moderna ponga un tecorral, y en la calle pinte las piedras con polvo”. Don Luis es un gran paisajista, en el tercer óleo pintó la casa de Zapata con su tecorral, le dije que pintara “un perro meco” y guajolotes, porque un documento marca: “la familia Zapata tenía guajolotes y animales de otra especie”. El cuarto óleo representa la salida de Zapata de Villa de Ayala, y en el quinto óleo pintó el solar donde encontraron a Ehécatl, llamaban al lugar La Cofradía, ahí organizaban las jugadas de toros, investigué qué jugadas de toros hacía Zapata, llevé a don Luis al solar, le enseñé donde estaban los mezquites, así se aventó los 5 óleos.

MC.- ¿La gente donó piezas prehispánicas al museo?, ¿conociste la escultura de Ehécatl que se perdió en Anenecuilco?
LL.- En 1972 encontraron a Ehécatl, yo estaba muy joven, corrí a verlo, recuerdo que la gente se alborotó porque encontraron un ídolo a dos cuadras de la casa de Zapata, mientras rascaban en un solar para construir la Escuela Eufemio Zapata Salazar. Yo lo vi, era un ídolo precioso, de este vuelo de altura (Lucino señala su cintura), ese ídolo no lo cuidaron, lo dejaron en la Ayudantía Municipal y a los ocho días desapareció. Quedó comprobado que había vestigios prehispánicos, incluso la Iglesia de Anenecuilco está montada en el basamento de una pirámide, también en el cerro del ídolo y en el campo de huajar hay vestigios prehispánicos, se debió hacer un comité en Anenecuilco para rescatar nuestro pasado prehispánico, pero no se hizo nada.       

MC.- ¿Podrías mencionar otro aporte para el Museo Casa Zapata?
LL.- Logré hacer un documental que se llama: Monumentos históricos del pasado de Anenecuilco, dura 15 minutos, en el documental muestro lo que no se ve, lo que la gente no alcanza a ver porque los libros de historia no te lo enseñan, yo logré ese objetivo. Pero llegó el momento en que me tenía que ir del museo por razones de edad, sentí que ya era hora, le avisé a mis jefes de la Secretaría de Cultura que me quería retirar, me costó trabajo tomar la decisión, no me arrepiento, pero ya estoy afuera del museo y sigo trabajando por mi cuenta. Cuando se reinaugure el Museo Casa Zapata te va a gustar, se enriquecerá por la exhibición de las piezas que rescatamos y por los 5 óleos de Antuñano.

MC.- ¿Cuándo planean reinaugurar el Museo Casa Zapata?
LL.- No sé, el terremoto nos dañó en todos los sentidos. Enrique Anzures, el nuevo director, me hablará cuando le den luz verde sus jefes, porque yo tengo que estar ahí, la museógrafa me tiene que hacer preguntas.

MC.- En abril de 2016, me comentaste que invitaron al historiador Francisco Pineda para que escribiera el guión museográfico, ¿en qué terminó la propuesta?
LL.- Le dije a mi entonces jefe, el arquitecto Valtierra invitó al doctor Francisco Pineda a Cuernavaca, porque yo quería que Francisco Pineda interviniera con sus ideas, porque es un hombre talentoso y muy humilde, Pineda te entiende y te escucha. Dio sus puntos de vista, ya no supe más porque me jubilé, estoy esperando que vengan a hacer la museografía y que me inviten para la reinauguración.

MC.- Durante la transición entregaste un inventario al nuevo director, ¿están completos los Documentos Primordiales de Anenecuilco?
LL.- Lo que te voy a decir no quiero que lo publiques, aunque lo tengas grabado.

(Después de escuchar su testimonio -off the record- seguimos con la entrevista).

MC.- ¿Por qué nunca exhibieron los Documentos Primordiales?
LL.- Soy de la idea de que no debes atiborrar de documentos un museo, si puedes mostrar un arma muestra un arma, es más atractivo y voluminoso. Anenecuilco tiene para dar y prestar, yo recuperé objetos porque aquí nací y conozco a la gente, sabía combinar mi tiempo con mis amigos, les decía: “regala el rifle de tu abuelo al museo”, me costó mucho trabajo hacer llegar cosas importantes. Yo te escuchaba en la presentación del libro, tú hacías una pregunta, le sugerías a Enrique que en el museo se colocaran los facsimilares de los Documentos Primordiales, pero yo digo que sólo muestres documentos que sean inéditos, que no sean los mismos que menciona Sotelo Inclán, para que veas algo nuevo, esa es mi idea, yo no digo que no sea bueno que veas muchos documentos, pero se trabajó tanto para hacer cosas hermosas.

MC.- En 1947 asesinaron al guardián de los Documentos Primordiales, ¿quién secuestró y asesinó a Chico Franco?
LL.- Ya lo escribió Sotelo Inclán, los familiares de Chico Franco le dieron la versión que escribió en Raíz y razón de Zapata. En mi caso, no tiene caso volver a reescribir lo que ya está escrito, se dieron las situaciones lamentables, ni modo, son cosas de la vida. Esperanza Franco lo relata de viva voz, que era sangre de este señor, no tiene caso repetir algo que ya está dicho.

MC.- ¿Con quién conversaba Jesús Sotelo Inclán en Anenecuilco?
LL.- Santiago Aguilar Ortiz y Napoleón Domínguez Aguilar fueron grandes amigos del profesor Sotelo Inclán. Mi hermano Juan Luna Domínguez también dialogó con don Jesús. Probablemente María Félix Aragón Franco te puede decir algo.

MC.- En la víspera del 30 aniversario luctuoso de Sotelo Inclán, ¿cómo te gustaría rendirle un homenaje?
LL.- De Sotelo Inclán tenemos que admirar, te lo digo con honestidad, que quiso a Anenecuilco más que muchos de nosotros, dijo cosas tan hermosas de nuestro pueblo sin ser de aquí. Me gustaría que las autoridades –el comisariado ejidal, el ayudante y el presidente municipal- organicen un homenaje póstumo nombrando la Sala Jesús Sotelo Inclán, quiero que coloquen una placa en la sala principal del museo para que reconozcan el trabajo del profesor.

MC.- Nuestro amigo Edgar Castro Zapata propone instalar un busto de bronce en la entrada del Museo Casa Zapata.
LL.- Magnífico.

MC.- Para nosotros no es suficiente la mención del mural inspirado en “Raíz y razón de Zapata”.
LL.- No creo que diga eso el mural del museo.

MC.- El crédito está en la esquina inferior derecha.
LL.- Yo digo que en el museo pongan una placa sencilla: “Sala de exhibición Jesús Sotelo Inclán”. Pero al irme del museo perdí todo contacto, sería lindo que las autoridades de Anenecuilco organicen un homenaje póstumo.   

MC.- Finalmente, después de la jubilación ¿en qué proyecto estás trabajando?          
LL.- Quiero reeditar mi libro Anenecuilco. El origen del caudillo (2012), estoy conversando con Fausto (editor de Libertad bajo palabra), espero convencerlo para que imprima mi libro en tamaño carta, porque en un formato chiquito no van a lucir las fotos ni los documentos. Es un libro que vale la pena.